A veces hay que fijarse en los pequeños detalles del evangelio y hoy nos llama la atención algo que posiblemente pase desapercibido al leer este texto. Cuenta que Jesús camina y le salen al encuentro unos leprosos. Estos le piden tenga compasión de ellos. Y Lucas comenta: Jesús “al verlos”… ESA MIRADA PROVOCA LA COMPASIÓN. |
Primera Lectura II Reyes 5, 14-17
Segunda Lectura II Timoteo 2, 8-13
EVANGELIO Lucas 17, 11-19.
Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaria y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron:
¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!
Al verlos, les dijo:
Id y presentaos a los sacerdotes.
Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios.
Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano.
Tomó la palabra Jesús y dijo:
¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?
Y le dijo:
Levántate y vete; tu fe te ha salvado.
No dice “los escuchó”, “los atendió”,… dice “al verlos”. Jesús los ve y este ver provoca su compasión, la acción compasiva de Jesús.
Esta es una nota característica de la espiritualidad, del modo de ser y estar en el mundo, del cristiano: ir por la vida con los ojos abiertos, ver. Esta actitud denota un corazón sensible y compasivo. Lo contrario, cuando cierras los ojos a la realidad, cuando miras para otro lado o sólo fijas tu atención en determinados aspectos,… denota más bien falta de sensibilidad, despreocupación y desinterés,…
La compasión al estilo de Jesús que estamos llamados a vivir y en la que tenemos que entrenarnos comienza por abrir nuestros ojos para ver la necesidad de los otros, y que nuestro corazón sea capaz de vibrar, ponerse en el lugar del otro y conmoverse eficazmente por él.
¿Qué vemos cuando miramos? ¿Cómo miramos a nuestro alrededor, a nuestro mundo? ¿Hacemos algo para aprender a mirar? ¿Cómo miramos al diferente? ¿Cómo nos miramos a nosotros mismos? ¿Cómo miramos al que consideramos superior? ¿Y al que consideramos inferior?
Miedo, ira, vergüenza, indignación, complejos, ideología, tristeza, prisas, cariño, respeto, ternura, curiosidad, solidaridad, justicia... Tantas cosas podemos llevar en la mirada, tantas cosas.
Hay algo en nuestro interior que nos hace tener ya muy claro cómo es el otro. Quizás para ahorrarnos la capacidad de sorpresa. Quizás para sentirnos seguros, para no sentirnos amenazados. Quizás porque me siento más cómodo “con los míos”, con los que son como yo. Quizás porque lenta pero eficazmente, se me ha educado en que mi cultura, mi raza, mi género, mis ideas políticas, mi clase social, etc... , son lo mejor, lo correcto y “lo normal”. Quizás, en definitiva, porque no quiero salir de “mi valle”.
Nos hemos contentado con llevar tolerancia (en el mejor de los casos) en nuestra mirada. ¿Qué pasaría si miráramos también con respeto? ¿Te imaginas que diéramos el paso siguiente y camináramos hacia la hermandad? Si lleváramos amor en la mirada... Si en lugar de dejarnos llevar por los prejuicios fuéramos capaces de mirar y de dejarnos mirar...
Y tú, ¿qué llevas en tu mirada?
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