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Hace cuarenta días exactamente, la Iglesia celebraba la Resurrección de Cristo y comenzaba el tiempo Pascual que se prolonga durante cincuenta días y concluye con la Venida del Espíritu Santo que celebraremos la próxima semana.
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La Ascensión del Señor a los cuarenta días de su resurrección es la fiesta pascual -dentro del tiempo de pascua- en la que contemplamos, no el alejamiento de Cristo, sino su glorificación en el Padre.
Jesús, al ir al Padre, no entra en un lugar, sino en una nueva dimensión, en donde no tienen sentido nuestras expresiones: arriba, abajo, subir, bajar… Ir al cielo significa, ir a Dios. Con la Ascensión, Cristo se ha acercado más a nosotros, con la misma cercanía de Dios.
La Ascensión es una fiesta de esperanza, pues con Cristo una parte -la primicia de nuestra humanidad- está con Dios. Con él, todos nosotros hemos subido al Padre en la esperanza y en la promesa.