Ser Catequista no es un acto
aislado, más o menos constante; es como una forma de ser, una opción de vida. Y
es un “ministerio”, un servicio a la fe, a la Iglesia, al que Dios llama y en
el que Dios acompaña para el bien de quienes estamos llamados a acompañar.
Pero no esperes una llamada al
móvil o una carta de Dios. La llamada de Dios tiene lugar en un gesto, a
menudo, aparentemente intrascendente (esta entrada del Blog, una propuesta de
tus propios catequistas o de Pepe o Mariano, apuntar a tus hijos a Catequesis,…)
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Esto es para ti: una llamada a SER CATEQUISTA.
La parroquia ha celebrado en comunidad la Unción de Enfermos
Vaticano II - (6) - Un papa de transición, el Papa Juan
“La contemplación de estos males (del mundo) impresiona los ánimos de algunos hasta el punto de que no ven sino tinieblas que piensan que envuelven completamente al mundo. Sin embargo, Nos preferimos poner nuestra firmísima confianza en el divino Conservador del género humano, quien no ha abandonado a los hombres redimidos por Él. Más aún, siguiendo los consejos de Cristo que nos exhorta a reconocer los signos de los tiempos (Mt 16, 3), en medio de tinieblas tan sombrías, percibimos numerosos indicios que parecen auspiciar un tiempo mejor para la humanidad y para la Iglesia”, (Juan XXIII, Convocatoria del Concilio Vaticano II).
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Vaticano II - (5) - Aires nuevos en la Iglesia Preconciliar
Como veíamos el otro día, la historia seguía su ritmo implacable y cada vez más acelerado y algunos de los grandes problemas acuciantes de la humanidad se hicieron presentes a las puertas del Concilio y acabaron tomando asiento: el hambre en una gran parte del planeta, la escasa vigencia de los derechos humanos en innumerables países, la carrera de armamentos, con el peligro de la destrucción de la humanidad,… |
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
El mes de junio, tradicionalmente dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, es una ocasión propicia para renovar nuestra adhesión a él, nuestra fe, en este Año de la Fe. No sólo con una fe intelectual sino con una fe que se convierta en vida. La fe sin obras está muerta y las obras sin fe no salvan. La fe no es una filosofía o una “creencia” sin más, la fe es una forma de vida: es vivir en, por y para Cristo.
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