El mes de junio, tradicionalmente dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, es una ocasión propicia para renovar nuestra adhesión a él, nuestra fe, en este Año de la Fe. No sólo con una fe intelectual sino con una fe que se convierta en vida. La fe sin obras está muerta y las obras sin fe no salvan. La fe no es una filosofía o una “creencia” sin más, la fe es una forma de vida: es vivir en, por y para Cristo.
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La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, desde que se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo.
Esta devoción nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, estamos llamados a amarle y mostrarlo en nuestra vida. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida.
La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos especialmente en estos 30 días.
Esto significa que estamos llamados a vivir este mes dando testimonio con nuestra vida que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando.
Pío XI, en su encíclica Miserentissimus Redemptor, se preguntaba:
“¿No están acaso contenidos en esta forma de devoción el compendio de toda la religión y aun la norma de vida más perfecta, puesto que constituye el medio más suave de encaminar las almas al profundo conocimiento de Cristo Señor nuestro y el medio más eficaz que las mueve a amarle con más ardor y a imitarle con mayor fidelidad y eficacia?”.
“¿No están acaso contenidos en esta forma de devoción el compendio de toda la religión y aun la norma de vida más perfecta, puesto que constituye el medio más suave de encaminar las almas al profundo conocimiento de Cristo Señor nuestro y el medio más eficaz que las mueve a amarle con más ardor y a imitarle con mayor fidelidad y eficacia?”.
Oraciones y Devociones Tradicionales
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