| Con el signo de la Ceniza se inaugura la Cuaresma de la que hoy celebramos el primer domingo. En el pórtico de la Cuaresma se nos invita a la Conversión. La Conversión no es un empeño voluntarista, ni un cúmulo de propósitos que uno mismo tenga que lograr. Es Dios quien nos convierte, cuando le dejamos. Es Dios quien transforma nuestras vidas y les da hondura y plenitud. Es Dios quien nos hace madurar y crecer, asumir la vida con toda su complejidad. El Dios que, infatigable, está trabajando en cada uno de nosotros…
Y ahí está Jesús, en el Desierto, donde le lleva el Espíritu, para encontrarse con Dios, para dejarse hacer por Dios. ¡Aprovechemos este Tiempo de Cuaresma para volver de corazón a Dios, para dejarle hacer, para que libere nuestro corazón y lo convierta a Él!
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