Vaticano II - (5) - Aires nuevos en la Iglesia Preconciliar


Como veíamos el otro día, la historia seguía su ritmo implacable y cada vez más acelerado y algunos de los grandes problemas acuciantes de la humanidad se hicieron presentes a las puertas del Concilio y acabaron tomando asiento: el hambre en una gran parte del planeta, la escasa vigencia de los derechos humanos en innumerables países, la carrera de armamentos, con el peligro de la destrucción de la humanidad,…



Dentro de la Iglesia, en los entresijos de su vida, hubo brotes renovadores que, finalmente, impulsarían el resurgir de una Iglesia renovada con la fuerza del Espíritu.
No nos podemos quedar con la imagen de Iglesia que pintábamos el otro día sobre el retrato que nos mostraban nuestras abuelas, por muy gráfica que resulte. Se estaban cociendo otras cosas y empezaba a trascender.

Concretamente, entre los dos Guerras, surgieron una serie de movimientos teológicos, sobre todo en Centroeuropa y sembraron el terreno para la cosecha que luego el Vaticano II debía recoger. Fueron, sobre todo:
  • El Movimiento Bíblico que se acercaba a la Biblia con nuevas perspectivas y metodologías,
  • El Movimiento Patrístico que descubría la importancia de los Santos Padres enriqueciendo con su Tradición la reflexión teológica, la vida espiritual y la acción pastoral,…
  • El Movimiento Litúrgico que comenzaba a valorar la Asamblea Litúrgica y se centraba en la celebración del Misterio Pascual.
  • El Movimiento Ecuménico que apostaba por el diálogo con protestantes, anglicanos y ortodoxos.


Al mismo tiempo que los movimientos teológicos, cuyas doctrinan se denominaron "nouvelle théologie" la vida pastoral de la Iglesia fue abriendo nuevos caminos entre los jóvenes, en ambientes descristianizados y obreros –es la época en la que surgen los “curas obreros”, p.e.-. 

Va naciendo una nueva sensibilidad social desde la profundización en el misterio y mensaje de Jesucristo y en diálogo con las ciencias sociales y el laicado iba poco a poco asumiendo una fisonomía de auténtica madurez eclesial. 

Y empiezan a despuntar grandes teólogos que serán posteriormente las figuras más relevantes del Concilio como Rahner, Balthasar, Chenu, Congar, Daniélou, Schillebeeckx,…


Esta es la Iglesia que se encontró Juan XXIII que en 1959 convocaba el Concilio Vaticano II para sorpresa de todos.




Las viñetas son del Blog del Hermano Cortés

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