| Este año la campaña del Domund cumple nada menos que 90 años. Y el lema elegido –“Sal de tu tierra”- , es el eco de la llamada de Dios a Abraham (Gén 12,1) y de esa dinámica a “dejar la zona de confort” de la que tanto se habla. Pero sobre todo es el eco de la invitación del papa Francisco a los cristianos para que vivamos una “Iglesia en salida”, que abandona la inercia de nuestros espacios de comodidad y autocomplacencia, para lanzarnos a las periferias en las que se encuentran los abandonados y excluidos. Esta es la dinámica y el Espíritu que ha impulsado a nuestros misioneros a los que recordamos con la celebración del Domund y que son el signo para todos los creyentes que la Iglesia es llamada a anunciar el Evangelio y tiene una dimensión esencialmente misionera. |
Versión extendida: https://www.youtube.com/watch?v=fm0RlI2Vh_o
El DOMUND nos anima a colaborar con nuestra oración y nuestra ayuda económica, pero también a que cambiemos las actitudes que nos encierran en las preocupaciones particulares, por las que ensanchan la mirada y el corazón a los horizontes de toda la humanidad. No vale tirar balones fuera, convirtiendo esto en un deseo etéreo, porque hablamos de un paso bien concreto y posible: “«salir», como discípulos misioneros, ofreciendo cada uno sus propios talentos, su creatividad, su sabiduría y experiencia en llevar el mensaje de la ternura y de la compasión de Dios a toda la familia humana”, según dice el papa Francisco en su Mensaje para esta Jornada. Es hacer de la propia vida un don gratuito, un signo de la bondad del Señor.
Permitir que, a través de nuestras obras de misericordia, alcance a los demás esa ternura del amor materno de Dios es el primer “movimiento misionero” que podemos abrigar en nuestro interior. Pero es que realmente el mundo, cada persona, tiene ansia de Dios, y no logrará saciarla si nosotros, individual y comunitariamente, “en Iglesia”, no le ofrecemos la palabra que se lo anuncie. Si esto es así respecto a nuestro entorno inmediato, cómo no iba a serlo cuando se trata de cumplir el mandato misionero del Señor y de hacer efectivo el derecho de todas las personas y culturas de recibir el anuncio de la salvación que transforma la vida.
Por eso, es inevitable escuchar el “Sal de tu tierra” como una invitación a plantearse y, en su caso, acoger la vocación misionera. Es necesario que haya nuevas personas abiertas y dispuestas a “pasar a la otra orilla”, urgidas por todos esos pueblos que aún no han oído hablar de un Dios que es amor, bondad y ternura. Hacen falta más testigos de Jesucristo que salgan “de su patria y de la casa de su padre” para recorrer los caminos del mundo y llegar a todas esas periferias que necesitan la luz del Evangelio, y especialmente a los pobres. También esto forma parte de nuestra responsabilidad misionera: pedir al Señor que nos envíe vocaciones para la misión ad gentes y nos impulse a todos a dejar atrás la inmovilidad, para participar en una renovada “salida” misionera de la Iglesia.
de ser padres
Estamos llamados y tenemos la tarea de acompañar a nuestros hijos a encontrar su lugar en el mundo, esa misión o un horizonte vital en el que se desenvuelvan, por el que luchar, en el que entren los demás y el desarrollo de todos los hombres y mujeres de nuestro mundo. Es una tarea compartida y todos tenemos nuestra función, nuestra misión que cada uno hemos de encontrar.
Abrir a los niños espacios de búsquedas, el interés por encontrar su espacio y hacerles descubrir que todos tenemos misión, también ellos: en la familia, en la tareas, ocupamos nuestro espacio y desarrollamos nuestro rol en el colegio y en el grupo de amigos... y hay algo que conecta o conectará con nosotros; que nos tocará una fibra por dentro y nos hará vibrar,... esa es nuestra misión, aquello para lo que merece la pena levantarse cada mañana, empeñarse y apasionarse.
Posted in: Cooperación y Desarrollo,Evangelio Dominical
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