Transcribimos la carta que remite el cardenal arzobispo de Madrid, D. Carlos Osoro, a los participantes en el Plan Diocesano de Evangelización en su tercer año. Medio centenar de personas en nuestra parroquia se embarcaron hace ya tres años junto con más de 1.000 grupos en la Diócesis de Madrid en esta aventura de discernir a la luz del Espíritu dónde está y dónde y cómo queremos estar los creyentes como Iglesia de Madrid en la tarea de hacer presente la alegría del Evangelio en medio de nuestro mundo. Con motivo del comienzo de este tercer y último año, el arzobispo nos anima a seguir con esta aventura a finalizarla llenos de ilusión. |
CARTA DE D. CARLOS OSORO,
cardenal arzobispo de Madrid,
con motivo del
Tercer Año de los Trabajos del
PLAN DIOCESANO DE EVANGELIZACIÓN.
“Que el Señor lleve esta obra a feliz término”
Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor, miembros todos del Pueblo santo de Dios que peregrina en Madrid:
Con gran alegría y espíritu agradecido a Dios nuestro Padre, llegamos al tercer año de los trabajos del Plan Diocesano de Evangelización.
Ver ya cercana la meta nos ha de servir para renovar la ilusión y las ganas de continuar avanzando en este camino que estamos recorriendo entre todos, con todos y para todos. Alentémonos los unos a otros y pidamos juntos la fuerza del Espíritu, para que sea Él quien haga posible que esta obra buena llegue a feliz término.
En los núcleos que vamos a trabajar en el presente curso queremos encontrar la respuesta que el Señor, por medio de su Palabra, nos invita a dar al mundo y al hombre de hoy.
Sí, queridos hermanos y hermanas, hemos de dar una respuesta al mundo en el que vivimos y en el que se desarrolla nuestra vida y para el que estamos llamados a ser sal y luz (cf. Mt 5,13-16); esa es nuestra vocación y esa nuestra misión, y no debemos renunciar a ella por ningún motivo (cf. LG 38 y EG 269).
También hemos de ser respuesta a cada hombre y a cada mujer, a cada uno de nuestros hermanos y hermanas de camino (cf. EG 91), a los que hemos de amar con el mismo amor con el que Cristo se entregó por todos. Con ellos compartimos gozos y esperanzas, miedos y dificultades; junto a ellos caminamos y como a cualquiera de ellos se nos pega el polvo del camino (cf. EG 45). Pues bien, con ellos y para ellos queremos compartir la respuesta que, por pura gracia, nosotros hemos encontrado: Jesucristo y su Evangelio, el Reino que ya ha comenzado y que se abre paso en todas y cada una de las realidades de este mundo, sin que el sembrador sepa cómo (cf. Mc 4,27).
Ojalá que todos estemos convencidos, por experiencia propia, de eso que nos dice el papa Francisco: «el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno» (EG 265).
¡El Evangelio!, esa Verdad que, como le gustaba repetir al papa Benedicto XVI, no se impone sino que se propone con convicción profunda y con humildad. Esa Verdad de la que no somos dueños ni patronos, sino servidores por voluntad de Dios. Esa Verdad que nos ha sido revelada y entregada a la Iglesia, y que por gracia hemos conocido, pero que también hemos de buscar cada día para saber expresarla con los lenguajes de hoy y de modo significativo para el hombre de hoy. Esa Verdad que nada puede contenerla y que encontramos, sin embargo, encarnada en tantas realidades de este mundo, en tantos logros de la cultura, de la sociedad y de la ciencia humana, y que son semillas del Verbo y preparación para recibir el Evangelio. Esa Verdad que es origen y meta de nuestro caminar, el ancla que nos permite sentirnos seguros y a salvo, incluso en medio de la mayor de las tormentas (cf. Papa Francisco, Audiencia general del 26 de abril de 2017).
De hecho, gracias al fruto del trabajo realizado durante estos dos primeros años del PDE, son ya muchos los caminos que habéis visto y señalado como aquellos por donde el Señor invita a avanzar a la Iglesia que peregrina en Madrid. Son caminos que ya estamos recorriendo, pero también caminos por donde hemos de marchar con mayor decisión. Caminos que son de renovación, de apertura, de cambio, de transformación; caminos de conversión pastoral y misionera (cf. EG 25); caminos que hemos de recorrer sin miedos y llenos de esperanza.
Y puesto que de caminar se trata, termino invitándoos a mirar a María, nuestra madre, viéndola como «la mujer de fe, que vive y camina en la fe» (EG 287); como «la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno»; para verla «como una verdadera madre que camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios» (EG 286) sobre todos nosotros; y como «modelo eclesial para la evangelización» (EG 288).
Los caminos de la Providencia han querido que la conclusión de los trabajos del Plan Diocesano de Evangelización, coincidan con el comienzo de la celebración de los XXV años de la dedicación de nuestra Iglesia Catedral, que fue consagrada por san Juan Pablo II el 15 de junio de 1993. Así pues, el colofón de todo este itinerario va a ser renovar nuestra confianza en la protección maternal de María sobre nuestra diócesis; para que sea ella, la Mediadora de todas las gracias, la que consiga de su Hijo Jesucristo que todos los trabajos realizados den fruto abundante para Gloria de Dios y para beneficio de todos los hombres.
Con gran afecto os bendice:
+ Carlos Card. Osoro Sierra
Arzobispo de Madrid
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