No se puede encontrar a Dios y seguir igual. Cuando uno se ha contagiado de Dios, la vida ya no es la misma. Cuando uno ha visto a Dios, aunque sea en la pobreza de un pesebre, los ojos ya no ven lo mismo. Cuando uno ha escuchado a Dios, la vida tiene otra música. Cuando uno ha sentido a Dios en su corazón, la vida se llena de caminos y todos son caminos de Dios.
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Los tres Magos sintieron la necesidad de “buscar”. Buscaron al que
otros también esperaban. Fue una búsqueda del corazón. Y fue, sobre todo y
según nos narran las Escrituras, una búsqueda a través de los signos.
Todo parece que fue muy fácil, aunque cuando ya estaban a punto de
llegar, el camino se perdió porque se perdió la señal.
Las crisis de la fe pueden darse en cualquier momento y en cualquier
recodo del camino. Y a veces son crisis al comienzo del camino. Otras, al
final, cuando uno ya está como para tocarlo con la mano. Como en todo camino,
hay momentos de alegría y felicidad. Y hay momentos de duda, de tristeza, de
angustia. Y no es que uno no quiera creer. Sencillamente son situaciones en que
las señales que marcan la dirección se pierden.
Pero fijaos, los Magos, en su oscuridad no se arredran, ni vuelve sobre
sus huellas. Es el momento de las preguntas. Es el momento en el que, incluso
quien se niega a buscar, puede convertirse en señal que vuelve a señalar la
ruta.
Y es que hasta los malos pueden ser luz. Porque hasta los que viven
desinteresados pueden ser faros de orientación. Eso fue lo que hicieron los
Magos. Entrar en Jerusalén. Y preguntar a quién menos interés tenía por el
nuevo rey de los judíos, a Herodes.
Y, ¡atención!, de nuevo aparece la estrella. De nuevo se ilumina el
camino. Y de nuevo siguen alegres, peregrinos de Dios, hasta que llegan a la
cuna del Niño.
Los caminos de búsqueda de Dios pueden tener paisajes maravillosos.
Pueden estar llenos de flores en los campos. Y pueden ser escarpados. Con un
cielo que se oscurece. Con un Dios que pareciera se ha escondido. La fe tiene
momentos de luminosidad, y momentos de oscuridad. Y a Dios también se le
encuentra en la oscuridad de la noche.
HO HAY QUE DESESPERAR, ES PRECISO SEGUIR EN TENSIÓN, CONTINUAR LA
BÚSQUEDA. Una vez que encuentran al Niño, Dios los manda regresar por otro
nuevo y desconocido. El camino de la búsqueda ya no sirve para el regreso. Ya
no es el camino que va al encuentro. Es el camino de haber encontrado.
Nadie que haya conocido a Dios,
puede seguir por el mismo camino de antes. Nadie que se haya encontrado
realmente con Dios puede andar los mismos caminos del pasado. Porque ahora es el mismo Dios quien se hace tu camino.
Un camino que ya no depende de una estrella, de una señal. Es el camino
de quien ha llegado y ha dejado que Dios se haga luz en su corazón. Es el
camino no del que busca, sino el camino que se convierte en vida, en una nueva
visión, en una nueva realidad vital.
¿Y tú?
¿Estás en el camino de ida o de regreso?
¿Estás en el camino de búsqueda o del encuentro?
¿Estás en tus viejos caminos o andas ya por los nuevos
caminos donde Dios mismo se hace tu camino?
¿Tratas de andar los caminos por donde andan todos, o
andas por ese nuevo camino donde escuchas la voz de alma?
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