Cada año las Hermandades del Trabajo elaboran un Manifiesto con motivo del 1º de Mayo. Este año expresan la preocupación por la grave crisis socioeconómica que padecemos desde hace demasiado tiempo y que en este último año se ha visto agravada por el aumento del paro, los desahucios y la corrupción. Lamentan que las expectativas creadas por el cambio político que se produjo en España en las últimas elecciones generales no se han visto cumplidas y no se atisban soluciones a los graves problemas e injusticias que arrastramos. Las reformas emprendidas, con alto costo social, no terminan de dar sus frutos y muchas son las víctimas y mucho el sufrimiento que causa la presente situación.
LAS VERDADERAS VICTIMAS DE LA CRISIS
La crisis económica, de una u otra forma, afecta a toda la sociedad,
pero no incide en todos de la misma manera. Las verdaderas víctimas de la
crisis son los trabajadores y sus familias, es decir, los asalariados sin
trabajo, los pensionistas que ven disminuida su pensión, las mujeres que cobran
menos que los hombres por el mismo trabajo, los inmigrantes regulares
convertidos en parados, los inmigrantes “sin papeles” y sin esperanza, los
jóvenes sin empleo y sin futuro o con un salario ínfimo que no les permite
planificar su vida o tienen que emigrar, los autónomos y pequeños empresarios
que se asfixian sin créditos y tienen que cerrar sus negocios, los marginados
sin derechos, los empobrecidos que aumentan y son más pobres…
Detrás de las frías estadísticas, del porcentaje del paro y del número
de desahucios que afectan a las primeras viviendas hay personas concretas que
tienen nombres y apellidos y plantean al conjunto de la sociedad, empezando por
nuestros dirigentes, verdaderos problemas humanos y morales. La pobreza nos
asusta pero la injusta desigualdad nos indigna. Desde nuestro movimiento que
tiene su existencia y su razón de ser, precisamente “en el trabajo”,
denunciamos con la fuerza de nuestra palabra y testimonio esta injusticia, así
como advertimos a los poderes públicos y a toda la sociedad del grave riesgo de
deterioro de la convivencia, si no se ponen soluciones urgentes para paliar
esta lacra social.
EXISTE UNA CRISIS ÉTICA
Ante una realidad tan preocupante se impone la necesidad de hacer
autocrítica y juicios colectivos sobre los errores del pasado y las decisiones
tomadas recientemente, para aprender de ellos y poder mirar hacia el futuro con
esperanza.
La situación actual tiene su origen en la pérdida de los valores
morales, la falta de honradez y la codicia. Todo valía si se ganaba mucho
dinero y fácil. Muchos pensábamos que este nunca se iba acabar aunque
viviéramos por encima de nuestras posibilidades.
Ante esta situación, la primera exigencia es una conversión ética
personal que pasa por hacernos responsables de lo ocurrido, aprender de
nuestros errores y mirar con esperanza el futuro para hacer mejor las cosas.
Si pasamos revista a las decisiones tomadas por nuestros dirigentes
políticos se ve cómo la reforma laboral no ha dado los frutos prometidos, las
cifras de paro han continuado creciendo hasta un nivel insoportable para un
país de la Unión Europea. ¡No es sostenible ni humana, ni socialmente que,
tengamos más de seis millones de personas sin trabajo!
Por otro lado, las subidas de impuestos y los ajustes para contener el
déficit fiscal han producido un efecto de pérdida de poder adquisitivo de las
clases medias y de los más desfavorecidos, con una gravedad desconocida desde
los años cincuenta. El deterioro del llamado “estado del bienestar” es un hecho
- ¿irreversible? – y resulta bochornoso contemplar el espectáculo calamitoso de
las largas colas humanas en busca de trabajo o de comida. Por primera vez,
desde hace muchos años, hay ciudadanos que pasan hambre en España.
Sólo las instituciones fundamentales como la familia, la Iglesia
católica y los sectores nucleares de la sociedad: médicos; maestros; cuerpos de
seguridad; autónomos; voluntarios, etc., sin olvidar a ese sector de la
población que paga impuestos muy elevados, están permitiendo aguantar esta
grave crisis y ayudar a los más desfavorecidos y a las víctimas principales de
la misma.
URGE UNA LLAMADA A LA RESPONSABILIDAD
Ante esta situación nos atrevemos exigir la responsabilidad personal y
colectiva de todos. En consecuencia, las soluciones que se sigan adoptando
deben respetar algunos criterios morales: se debe situar a la persona como
centro y eje de la vida social, política y económica; se ha de buscar un
reparto justo de todos los costos sociales; se ha de promover una solidaridad
efectiva con los parados y pensionistas; las negociaciones se han de plantear
de un modo leal y honesto evitando, por principio, la confrontación. En el
horizonte de todo compromiso se ha de poner el bien común y la solidaridad de
modo que, sobreponiendo los intereses particulares, se han de articular
fórmulas que garanticen la equidad en el reparto del trabajo y de la riqueza.
Es tiempo de mirar hacia delante y apostar por nuestro futuro con
esperanza y firmeza. Por todo ello, pedimos:
> A los gobernantes y partidos políticos: que no esperen a la presencia
de la violencia para enterarse de la gravedad de los problemas debiendo
sentarse a dialogar renunciando a sus intereses partidistas, logrando estimular
con medidas eficaces la creación de empleo y aplicando un justo reparto de los
costos de la crisis.
> A los banqueros y empresarios: que asuman el riesgo de
invertir aquí y de crear nuevas empresas capaces de generar nuevos puestos de
trabajo.
> A los sindicatos: que realmente defiendan los intereses de los
trabajadores, especialmente de los desempleados, por encima de intereses
ideológicos y de grupo.
> Finalmente, a todos: que fomentemos entre nosotros la responsabilidad
hacia el bien común y hacía las víctimas, para lo cual debemos alumbrar una
vida más austera, promover relaciones de mutua ayuda que vengan a dar
respuestas a sus necesidades e implementar un mayor esfuerzo para superar los
graves problemas.
¡UNOS POR OTROS Y TODOS CONTRA LA CRISIS!
Comisión Nacional
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