Vaticano II - (4) La Iglesia de antes del Concilio



Los cristianos que pudieron vivir de una manera consciente el Concilio hoy son jubilados. ¿Cómo transmitir a las generaciones más jóvenes de hoy un acontecimiento del que apenas quedan protagonistas principales?
Los que escriben estas líneas aún no habían nacido cuando el Concilio echaba a andar hace 50 años. Y quizás nuestra generación no ha sido capaz de valorar la grandeza de este acontecimiento de Gracia –kairós- del que queremos dar cuenta y con el que os proponemos sintonizar.




¿Qué significó realmente el Vaticano II que para algunos supuso el mayor acontecimiento del siglo XX (De Gaulle), el paso del anatema al diálogo (Garaudy), un concilio profético para nuestros días (Chenu), el paso de la Iglesia occidental a una Iglesia universal (Rahner), una gran gracia del Espíritu para la Iglesia (Juan Pablo II),…?

Para hacernos una idea de la Iglesia antes del Concilio (preconciliar) nada mejor que recordar, algo que nos contaban nuestros padres o abuelos, cómo era una misa hace exactamente 50 años.

El sacerdote celebraba la Misa de espaldas al Pueblo, era el hombre de lo sagrado –separado del pueblo con su sotana, tonsura y coronilla- que rezaba y leía la Palabra de Dios ¡en Latín! Mientras el pueblo estaba pasivo, no entendían Latín, y, como nadie entendía nada, se dedicaban a rezar el rosario, leer un libro piadoso o hacer novenas durante la Misa; aunque también es verdad que los más promocionados seguían la liturgia con un misalito bilingüe en Latín-español (¡lo de bilingüe nos suena ahora a otra cosa!). En algunos sitios, un predicador en el púlpito predicaba durante la Misa y sólo interrumpía su predicación ante el sonido de las campanillas con motivo de la consagración. No se podía concelebrar y, en ocasiones se celebraban varias misas simultáneamente en la misma Iglesia en las capillas laterales.
En fin, no se valoraba la Eucaristía como celebración comunitaria del misterio pascual. No había oración de los fieles, no se daba la paz, se rezaba el Credo y el Padrenuestro en Latín y los cantos eran mayoritariamente en Latín y en Gregoriano (¡mi padre fue monaguillo y sabía unas retahílas en latín que ni él mismo siquiera intuía lo que significaba!).
El sacerdote tenía el monopolio de la celebración ejerciendo todos los ministerios durante la Misa salvo la pequeña ayuda de estos monaguillos que se limitaban a responder en Latín -no respondía la asamblea-, a trasladar de sitio el misal o hacer sonar las campanillas.
Los más mayores apenas lo recordarán pero hasta la reforma de Pío XII era preciso observar estrictitamente ayuno eucarístico desde las 12 de la noche del día anterior. Por esta razón, en las misas más solemnes, celebradas al final de la mañana, no comulgaba casi nadie porque ya habían desayunado.
La celebración litúrgica de la Eucaristía no es algo aislado, expresa la forma de vivir la fe y la forma de entender la Iglesia (eclesiología) de un momento determinado. En estas Eucaristías, se nos presenta una Iglesia piramidal y desigual, muy clerical.


Pero faltaríamos a la verdad si nos quedamos sólo con esta idea. Esta Iglesia de antes del Concilio, con esa Liturgia y esa forma de vivir la fe, hizo un gran esfuerzo de encarnación en la realidad, fue una fuente de humanización en momentos críticos de la sociedad, mantuvo la unidad de fe, evangelizó continentes, luchó por su libertad, produjo muchos frutos de santidad eximia. Pero esta Iglesia estaba en ocasiones cerrada al mundo cuando no lo condenaba, sospechaba de la Ciencia y de la Técnica o tenía unos exagerados tintes clericales, legalistas o triunfalistas que le alejaban mucho de la Iglesia de Comunión, de Fraternidad y de espíritu evangélico que estamos llamados a ser en medio de nuestro mundo.

Los dos concilios previos que tuvieron lugar en la Era Moderna, el Concilio de Trento (s. XVI) y el Vaticano I (s. XIX) sustentaban esta idea de Iglesia que apenas se movió durante siglos.

Y mientras tanto, la historia seguía implacable y avanzaba la ilustración, la técnica, el progreso, la revolución rusa del 17 se extendía por el Este europeo y en parte del Este asiático, las dos guerras mundiales ensangrentaban el horizonte, los países del llamado Tercer Mundo cobraban autonomía e independencia y hacían escuchar su voz. Nuevas filosofías y nuevos modos de pensar que se apartaban cada vez más del pensamiento cristiano tradicional,…

5 comentarios:

  1. ¿Quien fue el nesciente que escribió estos disparates? Ahora la Iglesia está llena de relativismo. Me hubiese gustado haber nacido y muerto antes del Concilio Vaticano II.

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  2. 1) En la Misa Tridentina o tradicional, el sacerdote no celebra de espaldas al pueblo: celebra de frente al Santísimo, puesto que la Misa es un sacrificio (es la renovación incruenta del sacrificio del Gólgota) y dado que el sacrificio se ofrece a Dios, el sacerdote se dirige a Él y no al pueblo (como se hace en el rito moderno de Paulo VI).

    La Santa Misa se reza o canta en latín, y no importa si el pueblo lo entiende: se reza o canta a Dios, no al pueblo. Y todo esto se hace en latín, por varias razones. Una de ellas es que el latín es una lengua muerta que ya no evoluciona. Así las palabras que se incluyeron en las oraciones de hace siglos, siguen teniendo el mismo significdo. Así se garantiza la integridad y continuidad del rito.

    Y sí, el sacerdote tiene el monopolio de la celebración: ya que el pueblo no está facultado para ofrecer el Santo Sacrificio, el sacerdote es quien lo ofrece, quien pide por los fieles vivos y difuntos, quien suplica la paz. Los fieles no tienen por qué desear un protagonismo fuera de lugar.

    Se podrían decir muchas cosas más para entender la riqueza y el misticismo del rito tradicional, pero para no cansar al lector aquí termino.

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