Vaticano II -(16) - Sacrosanctum Concilium


La Constitución Sacrosanctum Concilium (SC) fue el primer documento que aprobó el Concilio y que sirvió de pauta para el funcionamiento (comisiones, enmiendas, correcciones, etc.) de los siguientes. Influyó decisivamente en la marcha del Concilio y en la actitud: la liturgia, algo que se consideraba inmutable y eterno, cambió de una forma tan radical y caló tan rápidamente que abrió el horizonte de los padres del concilio y de la Iglesia a emprender reformas mayores.



La Iglesia estaba preparada
A partir del s. XIX surgieron en algunos monasterios europeos movimientos de renovación litúrgica que fueron influyendo en la liturgia de las parroquias. Pío XII, con distintas iniciativas entre las que destaca su encíclica Mediator Dei de 1947, quería hacer de la vida litúrgica el motor de la regeneración de la vida de la Iglesia y hubo un progresivo cambio que, a partir de algunos cambios formales y numerosas iniciativas populares, fue renovando tímidamente y en algunas localizaciones la vida litúrgica de la Iglesia. De modo que, a las puertas del Vaticano II podemos decir que la Iglesia entera estaba preparada para una renovación litúrgica de fondo que en el Vaticano II se cimentaría sobre tres ejes fundamentales:
  • La participación real de los fieles en la celebración,
  • el redescubrimiento de la liturgia como motor de la vida cristiana,
  • y la revisión del sentido teológico de la Eucaristía.


La reforma de la Liturgia dinamizó la reforma de la Iglesia
Sólo hay que leer la breve introducción de la SC para hacerse cargo de cómo la liturgia es la piedra angular de la Reforma y la inspiración del Concilio:
Este sacrosanto Concilio se propone acrecentar de día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia. Por eso cree que le corresponde de un modo particular proveer a la reforma y al fomento de la Liturgia”. (SC 1)

Las imágenes, por supuesto, del Blog del Hermano Cortés

La liturgia en el misterio de Cristo y de la Iglesia
La SC comienza enraizando la liturgia en el misterio de Cristo y de la Iglesia:
En efecto, la Liturgia, por cuyo medio "se ejerce la obra de nuestra Redención", sobre todo en el divino sacrificio de la Eucaristía, contribuye en sumo grado a que los fieles expresen en su vida, y manifiesten a los demás, el misterio de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia…Por lo cual, el sacrosanto concilio estima que han de tenerse en cuenta los principios siguientes, y que se deben establecer algunas normas prácticas en orden al fomento y reforma de la Liturgia…” (SC 2-3)

Establece posteriormente el sentido profundo de la Liturgia enraizándolo en el misterio de Cristo y para ello utiliza y recupera la imagen paulina del “Cuerpo Místico de Cristo”, la Cabeza – Cristo- y los miembros –su Pueblo- que “ejerce el culto íntegro”. El cambio de orientación es sustancial: antes el sacerdote era el protagonista y único interlocutor, ahora se reconoce esa función en la Iglesia entera:
Con razón, pues, se considera la Liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos sensibles significan y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdotes y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia” (SC 7)

La centralidad de la Palabra de Dios en la Liturgia
Otro centro sobre el que gravita la Reforma Litúrgica impulsada por el Concilio es la centralidad de la Escritura:
En la celebración litúrgica la importancia de la Sagrada Escritura es sumamente grande. Pues de ella se toman las lecturas que luego se explican en la homilía, y los salmos que se cantan, las preces, oraciones e himnos litúrgicos están penetrados de su espíritu y de ella reciben su significado las acciones y los signos. Por tanto, para procurar la reforma, el progreso y la adaptación de la sagrada Liturgia, hay que fomentar aquel amor suave y vivo hacia la Sagrada Escritura que atestigua la venerable tradición de los ritos, tanto orientales como occidentales.” (SC 24)

Aspectos concretos de la Reforma Litúrgica.
Desde estos principios generales, el Concilio entra en cuestiones concretas de las que destacamos aquí la necesidad de que resplandezca la sencillez de los ritos y que se fomenten las celebraciones de la Palabra. Destacamos estos aspectos proponiendo estos dos números:

Los ritos deben resplandecer con noble sencillez; deben ser breves, claros, evitando las repeticiones inútiles, adaptados a la capacidad de los fieles y, en general, no deben tener necesidad de muchas explicaciones”. (SC 34)

Foméntense las celebraciones sagradas de la palabra de Dios en las vísperas de las fiestas más solemnes, en algunas ferias de Adviento y Cuaresma y los domingos y días festivos, sobre todo en los lugares donde no haya sacerdotes, en cuyo caso debe dirigir la celebración un diácono u otro delegado por el Obispo” (SC 35)

En el resto de la Constitución encontraremos las aplicaciones prácticas a la celebración de la Eucaristía (cap. II) y al resto de sacramentos y sacramentales (cap. III), la revisión del Oficio Divino (IV) y el calendario litúrgico (V), la música sagrada (VI) y el arte sacro (cap. VII).

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