Tendremos la oportunidad de presentaros a las nuevas confirmandas muy pronto. Y antes, en esta entrada, queremos presentaros la densidad de este Sacramento que van a recibir Alicia, Pilar, Francesca y Mariló el domingo que viene, 27 de octubre, en la misa de 1. ¡Os esperamos a todos! |
Durante la Cena, Jesús entregó en el Jueves Santo a los discípulos la Eucaristía y el Mandamiento Nuevo. Lo hizo con dos gestos llamados a ser el corazón de la vida cristiana: la Eucaristía que nos reúne en el Banquete de su Palabra y de su Cuerpo y el Lavatorio de pies que confirma la Eucaristía como entrega a los hermanos al estilo de Jesús.
Esa misma noche, en la intimidad de ese momento tan intenso, les prometió el Espíritu Santo y, después de resucitar, antes de subir a los cielos, les instó a recibirle en oración y en comunidad.
Diez días después de la Ascensión, 50 días después de resucitar, los Apóstoles recibieron el Espíritu Santo, el día de Pentecostés.
A partir de entonces, se cuenta en los hechos de los Apóstoles, cómo los Apóstoles transmitían el Espíritu Santo a quienes escuchaban su predicación y creían. Y para ello imponían las manos sobre la cabeza de los que se bautizaban en la fe.
Ese gesto mediante el que comunicaban el Espíritu Santo, con el tiempo, se convirtió en el Sacramento de la Confirmación (por eso lo administran los sucesores de los apóstoles –los obispos- o sus representantes -los vicarios episcopales-).
Pero volvamos al día de Pentecostés, cuando los Apóstoles, la Iglesia, recibió por primera vez el Espíritu Santo. ¿Qué sucedió entonces? Comprender ese momento es esencial para entender lo que va a suceder en quienes recibirán el Sacramento el domingo que viene.
- Perdieron el miedo, se afirmaron en que Jesús estaba con ellos y salieron al mundo a predicar el evangelio.
- El Espíritu, a partir de entonces,
- Les confirmaba su fe en Jesús,
- reproducía en ellos misteriosamente la imagen de Jesús,
- les comprometía en el proyecto del Reino como Hijos de Dios en el Hijo Jesucristo, hijos del Padre y hermanos en la gran faternidad de los Hijos de Dios,
- inspiraba el coraje y la valentía para afrontar la vida y la predicación del Evangelio.
Esa es la obra del Espíritu en la Confirmación, nos da las fuerzas y el atrevimiento para ser seguidores y testigos de Cristo; inspira en nosotros las buenas obras; nos dignifica con la conciencia plena de nuestra identidad de hijos y hermanos; va configurando en nosotros la imagen de Cristo y nos hace soñar y comprometernos con esa tarea propia del cristiano de hacer presente el Reino.
La reflexión teológica y la espiritualidad posterior a la época apostólica fue sintetizando hasta en siete los dones que el Espíritu nos concede, que son:
- Sabiduría
- Fortaleza
- Entendimiento
- Ciencia
- Consejo
- Piedad
- Temor de Dios
Cada uno de estos dones abre un maravilloso horizonte de caminos y formas para poner, precisamente, nuestros dones al servicio de los demás en el servicio de Dios y del Evangelio.
¡OREMOS acompañados de esta música
POR ALICIA, PILAR, FRANCESCA Y MARILÓ!
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