Vimos en la última entrada cinco de los nueve decretos del Vaticano II, abordamos ahora los otros cuatro de otra manera, a través de algunas citas que nos puedan conectar con el tenor del texto. Decíamos que los decretos son aplicaciones concretas a ámbitos particulares de la vida cristiana. En concreto en lo que se refiere al ministerio episcopal -Christus Dominus-, a los sacerdotes -Presbyterorum Ordinis-, la vida religiosa -Perfectae Caritatis- y la formación sacerdotal -Optatam Totius-. |
Christus
Dominus, sobre el ministerio de los Obipos.
Los Obispos son sucesores de los
Apóstoles y, juntamente con el Sumo Pontífice y bajo su autoridad, han sido
enviados para perpetuar la obra de Cristo… Por el Espíritu Santo que han
recibido son verdaderos y auténticos maestros de la fe, pontífices y pastores
(2)
Los padres conciliares desean que
estos dicasterios (Curia Romana) tengan
una nueva organización, adaptada a las necesidades de los tiempos… y que se
determine con mayor precisión el papel de los legados del romano pontífice
(Nuncios) (9)… Desea este Concilio que las
venerables instituciones de los sínodos y los concilios cobren nuevo vigor (36)…
La Conferencia episcopal es como una asamblea
en la que los obispos de un país o de un territorio ejercen unidos su función
pastoral (38)
La función de enseñar sobresale
entre los principales deberes de los obispos: proclamen a los hombres el
Evangelio de Cristo…, la persona humana con su libertad y la misma vida del
cuerpo…, den respuesta a las dificultades que más oprimen y angustian a los hombres
(12). Deben estar al lado de los pobres y de los débiles… y buscar y promover
el diálogo con los hombres (13)
Presbyterorum
ordinis, sobre el ministerio de los sacerdotes.
Los presbíteros… están en cierto modo
puestos aparte en medio del pueblo de Dios, pero no para estar separados de él
ni de cualquier hombre, sino para consagrarse totalmente a la obra para el que
el Señor les ha elegido” (3)… y
tienen como deber primero anunciar a todos el Evangelio de Dios (4)… pero, aunque los presbíteros se deban a
todos, sin embargo tienen encomendados de manera especial a los pobres y los más
débiles con los que el Señor mismo se muestra unido y cuya evangelización se da
como signo mesiánico” (6)… Han de
reconocer sinceramente y promover la dignidad de os laicos y la función que
como propia les corresponde en la misión de la Iglesia (9)… eviten, pues, los presbíteros, y también
los obispos, todo lo que de algún modo pudiera alejarles de los pobres (17). (El celibato) “es, en efecto, signo y estímulo del amor pastoral y fuente
privilegiada de fecundidad espiritual en el mundo. No lo exige, ciertamente, la
naturaleza misma del sacerdocio (16)
Perfectae
Caritatis, sobre la renovación de la vida religiosa.
La búsqueda del amor perfecto por medio de
los consejos evangélicos tiene su origen en la doctrina y el ejemplo del divino
Maestro; este tipo de vida aparece como un signo espléndido del Reino e los Cielos
(1)…
La adecuada renovación de la vida religiosa
incluye tanto el retorno a las fuentes de toda vida cristiana y a la
inspiración originante de los institutos, como la adaptación de los mismos a
las cambiadas condiciones de los tiempos … La norma definitiva de la vida
religiosa es el seguimiento de Cristo (2)
Los institutos han de esforzarse en dar
testimonio comunitario de pobreza, y gustosamente han de contribuir con sus
bienes a otras necesidades de la Iglesia y al sustento de los pobres… Han de
evitar todo tipo de lujo, ganancias excesivas y acumulación de bienes (13)
La unión de los hermanos manifiesta la venia
de Cristo, y de ella brota un gran dinamismo apostólico (15)
El ejemplo de su propia vida es la mejor
recomendación de un instituto, y la mejor invitación a abrazar la vida
religiosa (24)
Optatan
Totius, sobre la formación de los sacerdotes.
(Evidencia) La deseada renovación de toda la Iglesia depende en gran parte del
ministerio de los sacerdotes (Proemio)
Todos los sacerdotes consideren el Seminario
como el corazón de la diócesis y préstenle con gusto su personal colaboración (5).
Los alumnos deben comprender muy claramente que
no están destinados ni al mando ni a los honores, sino a entregarse totalmente
al servicio de Dios y al ministerio pastoral (9)
Deben aprender a estimar todas aquellas
virtudes que cuentan mucho entre los hombres… como son la sinceridad de
espíritu, la preocupación constante por la justicia, la fidelidad en los
compromisos, la buena educación en el actuar y la discreción n el hablar, unida
a la caridad (19)
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