Oración del Sábado Santo: de la desolación a la responsabilidad


En estos momentos, a las 11 de la mañana del Sábado Santo, estamos reunidos en la parroquia de Nuestra Señora del Recuerdo creyentes del arciprestazgo de San Blas que nos hemos congregado para orar juntos en esta mañana dejándonos interpelar por el Sábado Santo. Para aquellos que no podéis estar junto a nosotros y queréis uniros a la oración, y para aquellos que habéis estado y os gustaría retomar algún fragmento, aquí la tenéis.



Pepe en nombre del arciprestazgo nos ha dado la bienvenida a esta oración y, a continuación, alguien del grupo que ha preparado la oración nos introduce en cómo se ha preparado y qué invitamos a orar en el Sábado Santo.




La Jornada del Sábado Santo transcurre en silencio.

Jesús ha sido depositado en el sepulcro y la Comunidad Cristiana mira a María, la Madre que Jesús nos ha entregado en la cruz.

En el Credo proclamamos que “Cristo descendió a los infiernos”.
La Tradición cristiana contempla a Cristo que anuncia el Evangelio, la Buena Nueva, y proclama entre los muertos la Vida.
Hoy contemplaremos a Cristo que desciende a “nuestros infiernos personales”.
Pondremos nombre a “mis infiernos” y dejaré que el Evangelio y la Luz de Cristo los iluminen.

Y contemplaremos a Jesús que, en el sepulcro, no pierde su hilo vital con el Padre y ora, con toda confianza, al que puede salvarle de la muerte.
Él sabe que Dios está de su lado y le dará la vida.
Nos unimos a la oración de Jesús en el sepulcro.

En nuestro Sábado Santo se impone una llamada de la desolación a la responsabilidad.
Contemplar el desamparo de los que sufren, asomarnos al abismo de nuestros infiernos,… y hacerlo desde la Confianza en el Padre, sin perder l hilo vital,… libera la vida de las aaduras del mal y de la muerte…

…Será posible, entonces, vivir una Pascua renovada.

Invocamos al Espíritu







La jornada del Sábado Santo transcurre en RELIGIOSO SILENCIO.

Jesús ha sido depositado en el SEPULCRO
y la comunidad cristiana mira a MARÍA, LA MADRE.
Su Soledad es el icono de la inmensa y dolorida soledad de tantas personas que no encuentran un fácil consuelo para su desamparo.

Nos unimos en silencio a la soledad de María.
Ponemos en su corazón de Madre la soledad, el desamparo,…de tantos hermanos que sufren…




  • -          En tu corazón de Madre ponemos el horror de las guerras.
  • -          En tu corazón de Madre ponemos el desamparo de los más pobres.
  • -          En tu corazón de Madre ponemos la desesperación de aquellos a los que ya no les queda nada que perder.
  • -          En tu corazón de Madre ponemos la impotencia que sobrecoge a los más débiles.
  • -          En tu corazón de Madre ponemos la desilusión de los que apenas tienen ya aliento para continuar.
  • -          En tu corazón de Madre ponemos la incertidumbre de quienes no tienen dónde ir… y lo han perdido todo.
  • -          En tu corazón de Madre ponemos la inocencia quebrantada.
  • -          En tu corazón de Madre ponemos los corazones traicionados.
  • -     En tu corazón de Madre ponemos a los que dejamos en los márgenes.






Y DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS




En una antigua homilía podemos leer:

Cristo “va a buscar a Adán, nuestro primer Padre, la oveja perdida.
Quiere ir a visitar a todos los que se encuentran en las tinieblas y a la sombra de la muerte.
Va para liberar de sus dolores a Adán encadenado y a Eva, cautiva con él, Él que es al mismo tiempo su Dios y su Hijo...
Yo soy tu Dios y por tu causa he sido hecho tu Hijo.
Levántate, tú que dormías, porque no te he creado para que permanezcas aquí encadenado en el infierno.
Levántate de entre los muertos, Yo soy la vida de los muertos”. 


CRISTO TAMBIÉN 
DESCIENDE A NUESTROS INFIERNOS

Y en ellos, en nuestros infiernos,
nos anuncia la salvación,
proclama el Evangelio,
hace brillar la Buena Noticia,
nos  levanta del polvo y nos invita a la esperanza
y apunta al Cielo Nuevo y la Tierra Nueva
que nos compromete a construir

con Él a la Cabeza 
















LÍBRANOS DEL MAL


Nos rodean, nos entrampan
con fuegos de artificio,
nos muerden por dentro.

Sus nombres son envidia,
soberbia, desprecio, violencia,
prepotencia, burla, vacuidad,
abuso…

Nos ciegan,
aturullan con su discurso
incesante, con su lógica aparente.

Nos envuelven en razones.
Y, sin apenas darnos cuenta,
nos asolan y alejan a unos de otros.

Camuflan el dolor de indiferencia,
y adornan la nostalgia con risas fáciles.

Señor de la verdad desnuda,
del amor posible,
de la justicia auténtica.

Dios con rostro humano,
hombre que apunta a Dios…
Rompe las cadenas
 y líbranos del mal.

 Amén. 



Y oramos con el salmo 13

¿Hasta cuándo me tendrás olvidado, Señor?
¿Eternamente?
¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?

¿Hasta cuándo mi alma estará acongojada
y habrá pesar en mi corazón, día tras día?
¿Hasta cuándo mi enemigo prevalecerá sobre mí?

¡Mírame, respóndeme, Señor, Dios mío!
Ilumina mis ojos,
para que no caiga en el sueño de la muerte,

para que mi enemigo no pueda decir:
"Lo he vencido",
ni mi adversario se alegre de mi fracaso.

Yo confío en tu misericordia:
que mi corazón se alegre porque me salvaste.

¡Cantaré al Señor porque me ha favorecido!




Y Jesús en el sepulcro no pierde 
su hilo vital con el Padre…

Y ora con toda confianza 
“al que puede salvarle de la muerte”…

Él sabe que Dios está de su lado 
y le dará la VIDA…

El Sábado Santo es
una invitación a pasar

de la desolación a la responsabilidad.













1 comentario:

  1. Precioso encuentro compartido con el resto de las parroquias del arciprestazgo de San Blas. Enhorabuena!!!!!

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