La fiesta, de la Eucaristía, propiamente dicha, sería el Jueves Santo, fecha de su institución. Pero es un día mezclado con los tintes de la Pasión ya cercana. Por eso celebramos el Corpus, para conmemorar y ensalzar a la eucaristía, presencia real y misteriosa (sacramental) de Cristo resucitado, en el pan y el vino. |
Jesucristo se ha querido convertir en el sostenimiento de nuestra necesidad más existencial, haciéndose comida y bebida, para que ninguno perezca de hambre ni de sed. Él se nos ha ofrecido como Pan de vida y como agua viva y la Iglesia celebra en cada Eucaristía este don.
Si la Iglesia nos perpetúa el don santo del memorial de la Cena del Señor, nosotros estamos llamados a ser signos de este don de la que nos beneficiamos tan gratuitamente.
Por esto el día del Corpus también se celebra el día de la Caridad, la llamada a poner sobre la mesa nuestros cinco panes, lo que cada uno pueda, para que los necesitados experimenten el acompañamiento del amor cristiano.
Hoy se nos invita a la adoración, a rendir la mente y el cuerpo ante el misterio del amor de Cristo.
Hoy somos llamados, junto con todas las criaturas, a cantar, bendecir, adorar al Señor, a la vez que a extender nuestras manos generosas hacia quienes pueden sentir soledad, enfermedad, hambre,… Somos llamados a acoger el don y hacernos don, “cuerpo entregado y sangre derramada”
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