Desde Sierra Leona, Maurizio Boa misionero josefino

A todos los que tuvimos oportunidad de participar ayer en la Eucaristía, Pepe nos dejó el corazón encogido al leernos la carta de Maurizio Boa, misionero josefino en Sierra Leona. Reproducimos la carta que ayer se leyó en la Eucaristía.






Queridos todos:

Desde hace 17 años voy a decir misa a Waterloo Camp, ahora se llama Kissi Town.

Fue un aeropuerto militar inglés en la II Guerra Mundial con una pista de 500 metros donde han surgido tiendas de huidos y refugiados.

Cuando empecé a ir en el 1997 había muchísima gente que había huido de la guerra de Liberia y de los rebeldes de Sierra Leona. Había una pequeña capilla destruida muchas veces y reconstruida otras tantas, donde la comunidad católica se encontraba para rezar. Por eso estaba yo allí.

En estos años se han refugiado hasta 80.000 personas o más. Una vez que  acabó la guerra, aquellos que han podido han regresado a sus poblados. Pero cerca de 20.000 se han quedado: pobres, sin trabajo, enfermos, con amputaciones, ciegos,… Un campo en donde el sufrimiento humano es evidente y palpable. Casas de barro, techos de plástico o paja, plásticos como puertas , y sin nada en las ventanas, afuera tres piedras para cocinar y los niños, muchos niños, descalzos, mal vestidos o desnudos, frecuentemente enfermos y hambrientos.

Aquí, en este ambiente, ha explotado el Ébola. En tres días de cuarentena han sido encontrados dentro de las casas 45 cuerpos muertos; 47 casas han sido puestas en cuarentena, 184 personas. Los huérfanos 34, cuerpos no enterrados que están a lo largo del camino o de la carretera y el contagio continúa y han crecido tanto que ayer domingo 12 de octubre me han comunicado cifras mucho más numerosas.

Dos chicas que siempre he ayudado y que estaban huérfanas han sido encontrados sus cuerpos a lo largo de la carretera, muertas.

Es un sufrimiento que nos hace impotentes. Desde las casas cerradas en cuarentena nos piden alimentos, agua, ayuda. ¿Quién les dará de comer…? ¿Quién se ocupará de los niños y dónde?

El viernes fui con 20 sacos de arroz, 15 de cebollas y una botella de aceite….. pensaba haber llevado algo; desesperadamente mi di cuenta de no haber llevado nada.

Además de mi presencia, nadie más ha venido en ayuda de esta gente, ni el gobierno, ni las autoridad del Campo que hacen lo que pueden, ni otras ONG, ni las autoridades religiosas.

Vuelvo con 50 sacos de arroz, 40 de cebollas, 20 botellas de aceite, 37 paquetes de bizcochos. El jefe del poblado me agradece y me da una larga lista de necesidades que no acaba nunca. Falta pescado, agua, lejía, jabón, desinfectantes… Falta todo y nadie interviene.

Todos tienen un miedo atroz a acercarse, miedo a ser afectados

Los niños lloran, y nadie los consuela; están sucios y nadie los lava, tienen hambre, ganas de afecto y seguridad pero no hay nadie, solo el Ébola y la voluntad de morir.

Me vienen ganas de gritar “¡¡¡Ayuda!!!”, pero ¿a quién? Todos tienen sus problemas, sus prioridades también en Europa hay miedo y ansiedad…..

Me encierro en silenciosa oración. Algo tiene que pasar, debe pasar. No es posible que solo las fuerzas del mal tengan su fuerza.

Hay todo un movimiento mundial acerca del Ébola, gente nueva, nunca vista, expertos de muchas partes del mundo que exponen su vida para luchar contra el mal; a ellos toda mi admiración y mi agradecimiento.

¿Y yo? “Vente para Italia me dicen, estás loco quedarte ahí”. Entiendo vuestro afecto y la ansiedad, pero hoy más que nunca he tomado la determinación de quedarme y que pase lo que deba pasar.
¿Ir a Italia? Para que me miren como sospechoso, quizá incluso con miedo. No, es mejor quedarme aquí con mis chicos. Aquí estoy bien, es mi puesto, mi vida está aquí. Y agradezco a Dios con todo mi corazón.

Pero ayudadme, ayudadme y ayudad a esta gente, solo no puedo. Las ayudas de todos aunque pequeñas pueden marcar la diferencia. Gracias. Y una oración….




Padre Maurizio Boa (missionario dei Giuseppini del Murialdo in Sierra Leone)
Imágenes tomadas de giuseppini.murialdo.org/ 




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