Vivir a medias / Vivir a fondo


Todos andamos ya con las agendas cerradas. El curso va que arde! Y los más rezagados aún podemos estar diseñando tiempos... Y los más osados pueden estar resituando propósitos, pasiones, entregas,... Estés en lo que estés, no lo olvides!, vive intensamente el regalo que Dios nos entrega cada amanecer.













Estamos tan vivos como nuestros anhelos, nuestros sueños, nuestros lazos y expectativas.
Estamos tan vivos como nuestras lágrimas auténticas y nuestras risas sinceras (porque también hay lágrimas y risas vacías, pero esas no cuentan).
Estamos tan vivos como el espíritu que alienta en nosotros e inspira fuerza, motivos, impulsa pasiones y nos ayuda a integrar las derrotas.
Estamos tan vivos como la red de vidas entrecruzadas con las nuestras.
Y porque estamos vivos, podemos alzarnos a cimas de entusiasmo y caer a pozos de desazón.
Y podemos meter la pata hasta el fondo.
Podemos lanzarnos a una montaña rusa vital.
O caer rendidos al final de los días intensos.
Y, en lo más profundo de la vida, Dios mismo.

Se puede vivir a medias.
O morir en vida.
Se puede cerrar la puerta al amor, a la tormenta, al duelo, al éxtasis, al placer, a la congoja… en nombre de la seguridad y la protección.
Se puede cerrar la vida al diferente, al extranjero, al lejano, en nombre de la tranquilidad de las vidas conocidas.
Se puede cerrar la mente a las preguntas, a las búsquedas, al no saber, para anclarse en un conformismo confortable.
Se puede cerrar el corazón al amor, para no romperse unas cuantas veces en cada historia.
Pero, ¿quién querría vivir así?

Se puede vivir a fondo.
Dejarse tocar por la gente, por el mundo, por Dios.
Negarse a ver la realidad tan solo a través de una pantalla y con un bol de palomitas en la mano.
Salir, de verdad, al encuentro de personas que, al tocarte, dejarán huella.
Dejarte atormentar por preguntas sin respuesta definitiva, en las que pones todo en juego.
Abrir tu agenda a tiempos perdidos, inútiles, gratuitos.
Aceptar el conflicto, el contraste, hasta el rechazo, por negarse a ser un clon.
¿Quién quiere vivir así?








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