Algo tenemos de Reyes Magos


Y no me refiero a la tesitura en que colocan estas fiestas para hacer el gasto y el montaje correspondiente. Siempre me ha inquietado la conmoción de mis hijos en la espera de ese gran día (especialmente el más pequeño que aún vive ese momento mágico). Y es que verdaderamente este día, sea con reyes o reinas, está lleno de sabor y quisiera aportar un pizquita de reflexión.






La primera que se me ocurre es la actitud de los Reyes, que estaban pendientes de los signos y finalmente dieron con la estrella y la siguieron. ¿Cuántos verían aquella estrella como la veían ellos? Pero probablemente les pasó desapercibida. ¿Y nosotros? Algo tenemos de Reyes Magos cuando somos sensibles, estamos atentos, descubrimos y saboreamos los signos de los tiempos, las señales de Buena Noticia, de Evangelio, que podemos descubrir en nuestra vida diaria. Los Reyes nos enseñan a ser profundos y a conectar con lucidez con esos signos que nos laman y claman, en los que escuchamos la llamada de Dios. Cuando desarrollamos esta sensibilidad somos algo de Reyes Magos.

Pasan por el palacio de Herodes que les invita a “chivarse” porque desconfía de que su poder se vea amenazado. Y los Reyes como que pasan de él. Y ya lo creo que pasaron, se fueron por otro camino. También somos algo de Reyes Magos cuando, sin instalarnos en la desconfianza, aprendemos a percibir, como ellos, la amenaza y tomamos otro camino. No el más cómodo, seguro. Pero sí el camino que opta por la vida, la verdad, el bien,… Somos Reyes Magos cuando vivimos la vida sin fisuras en la apuesta por seguir el camino del Bien y no el camino de la desconfianza, de la destrucción, de la masacre de inocentes,…

Y los Reyes Magos después de su largo camino, adoran al Niño y le ofrecen sus dones. El oro como Rey, el incienso como Dios y la mirra como Hombre. Es la llamada de ese Niño con lo que es y lo que significa la que determina los regalos. Y me pregunto ¿cómo son nuestros regalos? ¿Los determina la última moda o los determina el ser que es agraciado por los dones? ¿Cómo sabremos cuál es el mejor regalo? Somos Reyes Magos cuando vivimos nuestra propia vida como don y la hacemos don para los demás. Y no don de los que nosotros queremos dar, sino don de lo que verdaderamente necesitan y por lo que claman.

Y aquellos Reyes se van y desaparecen de escena. No piden nada a cambio. Ni siquiera cobijo en la cueva de Belén. En el encuentro con el Niño Dios cobraba sentido su camino, la observación de los signos, los presentes,… cobraba sentido su vida. De cara a Dios, contemplando a ese Niño, pasado, presente y futuro quedaban iluminados por la fuerza y la alegría del Evangelio. El centro no eran ellos ni su camino ni sus dones, el centro era el Niño, la revelación de Dios tan fascinante y desconcertante, en aquellas condiciones que trastocaban lo que hasta entonces ellos habían soñado. Somos Reyes Magos cuando nos conmovemos ante la realidad, y ante la realidad más dura y hacer que ahí resplandezca la Buena Noticia. Somos Reyes Magos cuando cedemos su sitio a Dios y lo ponemos en el centro dejándole el protagonismo. Somos Reyes Magos cuando el encuentro con Dios nos llena de tal modo que nos hace exclamar con Santa Teresa “Sólo Dios basta”




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