Si es que somos muy de Viernes Santo. Pasemos a modo Vida.


No sé vosotros, pero pienso que las personas somos muy de viernes santo. Ayer de camino a Madrid iba escuchando la radio y, a propósito de la semana que hemos pasado a nivel de información, decía el locutor “Nos conmueve la muerte y somos incapaces de mirar a la vida”. Lo decía a propósito de la atención y minutos que hemos prestado a los atentados de Bélgica, los debates sobre Seguridad, las detenciones policiales,… y la poca atención que hemos dado a los refugiados que huyen –también de la barbarie, el odio, la muerte,…- y cientos de miles tienen toda la vida por delante, sueños, ilusiones,… un proyecto de vida que nosotros, toda Europa, no sólo se niega a debatir y menos proteger, sino que lo rechaza impunemente.



No se trata de entrar en el debate político, que creo que es serio y merece nuestra atención y firme apuesta por la vida. Se trata de mirarnos en esa imagen de hoy que nos retrata. De tomarnos el pulso y comprobar cómo se nos acelera ante la pantalla que replican una y otra vez la tragedia mientras el fluye con naturalidad ante lo que nos llega del otro lado del mediterráneo, muy cerca del lugar donde acontecieron los hechos de la muerte y resurrección. Os pongo ante la apoteosis religiosa y folclórica que despierta “la madrugá” y la discreción por la que pasamos en el amanecer que vamos a vivir esta misma noche con sabor a promesa.
Quizás esta sea la clave de este anochecer en el que celebramos la Vida, la promesa. Porque la Resurrección de Cristo es una promesa que revela no sólo el misterio de Dios, sino también el misterio del hombre y de la historia, que no está llamada a la destrucción, a la muerte, a la negación de la vida… Estamos llamados a la plenitud gloriosa de Cristo y esta Vida es una promesa y una llamada, una tarea para los creyentes que estamos llamados a apostar por la vida, a defenderla, a hacer de la Vida nuestra causa y nuestra lucha.
Y esta es nuestra identidad de seguidores de Jesús; nuestro signo, que pasa necesariamente por la cruz, que apunta a la Vida Plena, a Cristo; la Pascua de Cristo es lo que llena de sentido nuestra fe porque creemos en el Vivo Señor de la Vida; es nuestra esperanza, porque a pesar del mal y la muerte, estamos llamados a la Vida y la Vida para Siempre; es nuestra clave para vivir el encargo que el Jueves nos dejó el mismo Cristo que hoy se levanta sobre la muerte, que amemos hasta el extremo y el vaciamiento para encontrar la Vida.
Que la Pascua nos encuentre en modo Vida, en la irrenunciable apuesta por la Vida a la que nos empuja esta celebración y en la lucha por la causa de la Vida que es la causa del mismo Dios como nos ha dicho en Cristo, en su última y definitiva palabra: Vivid.

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