Reflexión compartida en el Domingo del Buen Pastor (4º de Pascua)


DOMINGO 4º DE
PASCUA 2020   
EL BUEN PASTOR
En tiempos de
confinamiento



 

 Hermanos y hermanas, Buen Domingo a todos.

 Parece que estamos saliendo del túnel y empezamos a ver la luz…

 Ya habéis podido salir de paseo con vuestros hijos, y según las franjas horarias destinadas a los distintos grupos, tal vez hayamos salido un poco a ver nuestro entorno, reconocer rostros amigos con mascarillas y escuchar voces conocidas…a distancia.

 Algunos de vosotros han aprovechado su paseo para entregar a la parroquia unos alimentos y donativos a Cáritas parroquial ya que nos está desbordando el número de familias necesitadas. ¡Ha sido alucinante vuestra generosidad!

 En nombre de mis hermanos de comunidad, de los voluntarios de Cáritas y de toda la comunidad parroquial, agradecemos de corazón la gran respuesta de solidaridad que estáis dando en un momento tan difícil para todos.



 Hoy, entre tanto sufrimiento y angustias, tenemos mucho que festejar.

Hoy, 1º domingo de mayo, festejamos a nuestras madres. Felicidades a todas las mamás. Ellas nos han dado la vida y nos han cuidado y nos cuidan con inmenso amor, reflejo del Amor de Dios.

En estos días, los madrileños, celebramos también la fiesta de nuestra Comunidad.

Hemos empezado el mes de Mayo, mes de flores, Mes de María. El papa Francisco nos anima a que a lo largo de este mes, recemos, en familia, el santo Rosario, recuperando esa antigua tradición de nuestros padres, que algunos con más años, añoramos.

Hoy, 3 de mayo, celebramos, la Familia de Murialdo, el 50 aniversario de la proclamación a santo de Leonardo Murialdo, nuestro Fundador. Técnicamente se la llama Canonización, que significa añadir en el canon (lista) de los santos al nuevo santo.


Hoy también se clausura el Año Murialdino. Se tenía que haber hecho en Turín de forma solemne con la participación de hermanos josefinos y miembros de la Familia de Murialdo de todas las naciones del mundo donde los Josefinos estamos presentes con nuestro carisma. No ha sido posible por el virus.

Sin embargo, habrá una Eucaristía a las 10 h en la Iglesia de Nostra Signora della Salute en Turín, junto a la urna de S. L. Murialdo. Por si alguien la quiere seguir, en directo o más adelante, será transmitida por estos canales:
www.youtube.com/c/NostraSignoradellaSaluteTorinowww.facebook.com/ChiesaSaluteTorino


EVANGELIO   Jn 10,1-10

Jesús dijo: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».


 Hoy, la Palabra de Dios, haciéndonos repetir, “EL Señor es mi pastor, nada me falta”, nos hace acoger a Jesús, el Buen Pastor, como lo indica el Evangelio de S. Juan: escuchando su voz y siguiéndole.

 La imagen de pastor y ovejas puede producir cierto fastidio: no queremos ser tratados como ovejas de un rebaño, aunque, a veces, nos portemos como borregos. Solemos llamar ovejas a los menos despabilados y ovejas negras a los malos de cada grupo.

 No sentían así los primeros cristianos. La figura de Jesús Buen Pastor, cargando sobre sus hombros una oveja malherida y enferma, se convirtió muy pronto en la imagen más querida, porque refleja mejor que ninguna otra, como por ejemplo: juez, rey, emperador etc., como es en el fondo el corazón de Dios: buen Pastor, buen Samaritano, Padre que busca, perdona y acoge.

 En tiempo de Jesús, a la noche, los pastores solían conducir el rebaño en un redil común y por la mañana cada pastor  gritaba su reclamo y sus ovejas, reconociendo la voz, le seguían.

 Pero Jesús es un pastor especial: llama a las ovejas por su nombre, una a una, porque, para él, cada una es única, irrepetible.
Te quiere a ti, así como eres, por lo que eres.

 Las empuja a fuera: no es un Dios de recintos vallados, sino un Dios que abre espacios más grandes, pastor de libertad y no de miedos.

 Nos empuja a descubrir horizontes nuevos en la fe, en el pensamiento, en la vida.

 Las lleva a pastos siempre nuevos, caminando por delante, como guía que abre caminos. No es un pastor que está por detrás gritando órdenes y pegando con el cayado. Les basta su voz, porque se fían y confían en él.

 Y ¿por qué le siguen? Simplemente por vivir y por no morir de hambre.

 Jesús es la puerta, no un muro, una puerta siempre abierta, por la que va y viene la vida de Dios.

 “He venido para que tengan vida y en abundancia”: este es el Evangelio que nos seduce y que nos regenera cada vez que lo escuchamos, que crea en nosotros el deseo de una vida más grande, vida sin fin, donde vivimos realidades que merecen no morir nunca.


Hay dos rasgos que se repite en el Evangelio de hoy:

1.  El pastor bueno se preocupa de sus ovejas.
Y Jesús se preocupó por los enfermos, los marginados, los pequeños, os más indefensos y olvidados, los más perdidos. Siempre pensando a los demás, olvidándoles de sí mismo. No así los asalariados, los mercenarios.

2. El pastor bueno da la vida por sus ovejas.
El amor de Jesús hacia nosotros no tiene límites. Y efectivamente dio su vida por nosotros.
Él ha entregado su vida por nosotros: es el Pastor que es también el Cordero y como seguidores suyos tenemos que estar dispuestos a entregarnos, a servir y ser sus testigos anunciando el Evangelio.

 Con la imagen sugerente del Pastor y de las ovejas, Jesús nos hace comprender que nuestra relación con él es una relación profunda: una relación personal, basada en el conocimiento del corazón, propio de quien ama y es amado.

 Para ser discípulos de Jesús lo primero que debemos procurar es despertar nuestra capacidad de escucha, captar en toda su frescura la Palabra que viene de Jesús y sintonizar con su Buena Noticia.

 Pero no basta con escuchar su voz, es necesario seguir a Jesús.

 No es suficiente una religión burguesa que tranquiliza las conciencias, hay que creer en lo que él creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano como él la defendió, acercarse a los indefensos y desvalidos como él se acercó, ser libres para hacer el bien, confiar en el Padre como él confió.

 El evangelio habla de puerta y de ventanas, con un claro significado: la puerta, es el acceso al redil para atender  a las ovejas y las ventanas lo son para los bandidos y ladrones.

 Y Jesús se define como la única puerta de acceso. Él es la puerta de acceso al Padre, es la puerta de acceso a la fe, puerta que hemos cruzado el día de nuestro bautismo, para pertenecer a su rebaño.

 Cristo continúa siendo la Cabeza y Pastor de la Iglesia, en sus seguidores y sobre todo a través del ministerio del papa, de los obispos y los sacerdotes. Los obispos llevan el pastoral que es el cayado del pastor.

 Y pastores somos todos los bautizados que llevamos una responsabilidad en la Iglesia: catequistas, padres de familia, presbíteros, misioneros….

 Los rasgos del Buen Pastor han de ser nuestros rasgos: preocuparnos por los demás y entregando nuestra vida, nuestro tiempo, cualidades al servicio de los hermanos.

 Ser pastor, como Jesús y en su nombre, es tener la responsabilidad de guiar, conducir al pueblo de Dios. Ser pastor es elegir los pastos más adecuados. Ser pastor es curar las ovejas heridas cuidar a las enfermas, tener más atención a las débiles.

 Por eso hoy nuestra oración es para que todos en la Iglesia cumplamos nuestra misión  imitando el corazón del Buen Pastor.

 Le pedimos al Señor, que nos dé pastores que pastoreen como él quiere, en su nombre y con su gracia. Que no busquen sus propios intereses, como los asalariados, sino el bien de los demás.

 Y le pedimos que cada uno de nosotros asumamos nuestro compromiso de fe y seamos transmisores de fe a las nuevas generaciones con la palabra y la vida.

 Es bueno, por tanto, preguntarnos hoy:
¿Nos sentimos a gusto en su rebaño que es la Iglesia?
¿Cómo es mi relación con Jesús, el Pastor bueno?
¿Conozco y escucho su voz?
¿Acudo a él cuando me siento cansado, sin  fuerzas o perdido?

 Os invito a orar con este himno de la Liturgia de las Horas que la Iglesia canta en la fiesta de los santos pastores:

Puerta de Dios en el redil humano
fue Cristo el buen Pastor que al mundo vino;
glorioso va delante del rebaño,
guiando su marchar por buen camino…

Pastores del Señor son sus ungidos,
nuevos cristos de Dios, son enviados
a los pueblos del mundo redimidos,
del único Pastor siervos amados. Amén.


Mariano, párroco







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