Reflexión compartida en el V Domingo de Pascua

Jesús dijo a sus discípulos: «En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Entonces Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le respondió: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replicó: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre». (Jn 14, 1-12)
     DOMINGO 5º DE PASCUA 2020
    En tiempos de confinamiento

                              “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”


 Buen domingo a todos.

 Ya se ve más movimiento por las calles, sin embargo el contagio sigue presente y no nos conviene bajar la guardia.

 Los de Madrid, seguimos en la fase 0 y sin poder participar en la celebración de la Eucaristía, sino tan sólo virtualmente, en la espera de que dentro de algunos domingos podamos también nosotros reunirnos, aunque con poco aforo, en nuestro templo. Por el momento nuestra participación será espiritual.

 Sin embargo, sabemos que cuando nos reunimos en su nombre, Jesucristo está presente en medio de nosotros, y que cuando leemos la Sagrada Escritura, es el Verbo mismo de Dios quien nos habla.



 Estamos en el mes de mayo, mes de María y el día 13 recordaremos a nuestra Madre en su aparición a Fátima, y el día 15, San Isidro Labrador.

 A nuestra Madre del cielo y a nuestro patrono san Isidro, les pedimos que nos protejan y que intercedan ante el Padre para que cese la pandemia que amenaza al mundo.

 Seguimos rezando por los enfermos, por los fallecidos, por sus amigos y familiares y por todos aquellos que trabajan al servicio de los demás en la lucha contra este flagelo.

 Mayo es para nuestra comunidad parroquial el mes tradicional para que nuestros niños y niñas celebren su primer encuentro con Jesús en el Pan de  Vida, su primera Comunión. Este año habrá que esperar más adelante cuando la situación sanitaria lo permita y será probablemente con restricción de aforo.

 Agradecemos vuestra generosidad y solidaridad en el 2º sábado de recogida de alimentos. Hoy se han recogido 221,5 kilos (la semana pasada en nuestro primer llamamiento se recogieron 529,5 kilos). Con ellos y con las aportaciones que estáis haciendo estaos consiguiendo aliviar la situación de 70 familias. Y ojalá el acompañamiento de Cáritas Parroquial y el apoyo de todos pueda promover el desarrollo personal y social de todos ellos.



Reflexión sobre la Palabra de Dios

“No nos parece bien descuidar la Palabra de Dios
para ocuparnos de la administración”
(1ª Lectura, Hechos de los Apóstoles)

 Palabra y Servicio a los pobres: dos tareas indispensables en la vida del cristiano.        

 Son, las dos, como la estrella polar que guía nuestro caminar en este mundo.

En la Palabra, escucha y anuncio de Dios, nos encontramos con la verdad de nosotros mismos, con nuestra propia realidad. La Palabra de Dios nos dice quienes somos: criaturas finitas con un destino infinito; criaturas amadas inmensamente por un Dios que es Padre, que nos acoge sin condiciones, que nos salva en su Hijo.
En el Servicio a los pobres es donde Dios establece con nosotros, en Cristo Jesús, una relación de filiación y de fraternidad, una relación humanizada y humanizadora.

 Dios y los pobres son las dos tareas que hemos de realizar en esta vida.
Dios: tan puesto en entredicho en nuestro mundo actual, tan autosuficiente.
Los pobres: la gran espina clavada en el corazón de nuestra humanidad.

 Pero, en nuestro caminar, muchas veces, andamos algo despistados, desorientados y no sabemos adónde vamos ni donde estamos….

  


Las preguntas de Felipe son nuestras preguntas:
- Si no sabemos adónde vamos, ¿cómo vamos a saber el camino?
- Si no vemos a Dios ¿cómo podemos saber de Él?

Y Jesús es categórico en su respuesta:
-Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida.
- Y quien ve a mí, ve al Padre
Palabras inmensas, que se salen de todos nuestros pobres esquemas y comprensión.

Yo soy el camino

 Es algo más que la estrella polar que simplemente indica, pálida y lejana, una dirección. Es algo cercano, sólido y fiable, donde posar los pies: el terreno con las huellas de quien ha pasado antes y se ha ido más allá y que te asegura que no estás solo.

 El camino es libertad, nacida del coraje de salir y partir, caminando a ritmo humilde y tenaz del corazón.
 Jesús no nos ha dicho ser la meta, el punto de llegada, sino el camino, el punto de movimiento, el viaje que hace levantar nuestras vidas para que no nos quedemos a tierra, para que no nos rindamos y veamos que un primer paso siempre es posible, en cualquier situación que nos encontremos.

 A la base de la civilización occidental, la historia y el mito nos ha puesto dos viaje inspiradores: el de Ulises y de su venturoso retorno a Ítaca, cuyo símbolo es un círculo; y el de Abraham, que sale  pero que no retorna, cuyo símbolo es una flecha. Jesús es el camino que se coloca en el sentido de la flecha, para significar no un simple regreso a casa, sino un viaje in-finito, hacia cielos y tierras nuevos, hacia un futuro a crear.

 Cristo Jesús es el camino: su persona, su mensaje, su obra. Es la puerta de acceso al Padre. No hay otro camino para llegar a Dios, porque él es la revelación completa de Dios: “Tanto Dios amó al mundo que envió a su Hijo.”

 Este amor de Dios, como explica santo Tomás de Aquino, es inseparablemente el amor con que Dios nos ama a nosotros y el amor con el que hace que nosotros podamos amarle a él, una capacidad nueva de amar a Dios y al prójimo, que llamamos  virtud teologal de la caridad: “Yo os doy un mandamiento nuevo”.

 En el momento en que nos dejamos llenar del amor que Dios nos tiene, nos llenamos también de amor de unos a otros.

“Yo soy la verdad”

 Jesús no dice “yo conozco a la verdad y la enseño”, sino “yo soy” la verdad.

 Verdad es una palabra que tiene la misma raíz latina de primavera (ver-veris) y quiere indicar la primavera de la criatura, vida que brota; una estación que llena de flores y de verdor el hielo de los inviernos. La verdad es la que hace florecer las vidas según la primera de todas las bendiciones: “creced y multiplicaos”.

 La verdad es Jesús, autor y custodio, cultivador y perfeccionador de la vida.

 La verdad eres tú cuando, como él en ti, cuidas y proteges, cuando te paras cerca de quien cae en manos de los ladrones, cuando pones en tu existencia unos sensores de primavera.

“Yo soy la vida”
 Es la petición, la súplica más gritada en la sagrada Escritura por el pueblo de Israel, es el grito de todos los desesperados de la tierra recogido en los salmos: “Señor, hazme vivir”

 La respuesta a este grito es Jesús.: Yo soy la vida, que se opone a las pulsiones de muerte, a la violencia, al auto destructividad  que nutrimos dentro de nosotros.

 Vida es todo aquello que podemos poner bajo este nombre: futuro, amor, hogar, fiesta, reposo, deseo, pascua, generación, abrazos…
Si Dios es la vida, entonces “hay santidad en la vida”, entonces toda vida es sagrada y divina.

 Cuidemos hermanos y hermanas siempre la huella de Dios en nuestra vida y en la de nuestros compañeros de camino.

 Fiémonos de Jesús y dejémonos conducir por él, que es el Camino, la Verdad y la Vida.

Amén.


          Mariano Párroco











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