Desde que nacemos vamos muriendo poco a poco, porque tenemos fecha de caducidad; pero también vamos resucitando poco a poco. Porque no estamos amenazados de muerte, sino de resurrección. |
“Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra esperanza”. Así escribía Pablo de Tarso a los cristianos de Corinto. Igualmente podemos decir que si Cristo realmente no ha resucitado, la Iglesia no tiene nada que anunciar. No tiene una Buena Noticia que anunciar al mundo. Nuestra fe no tiene sentido. Sólo la resurrección de Jesús fundamenta y da sentido a nuestra fe cristiana.
Los primeros cristianos, y antes los apóstoles, vivieron la experiencia de la resurrección de Jesús. . Su convicción era ésta: Cristo está vivo, ha resucitado.
Esta convicción es la que lanzó a los discípulos por el mundo entero, anunciando la Buena Noticia.
Y nosotros, los creyentes, vivimos de esta afirmación de Pablo a los Romanos:“Si hemos muerto con Cristo, también resucitaremos con Él”.
Uno de los aciertos musicales de Kiko Argüello, es la canción que canta el triunfo de la Resurrección: Resucitó.. ¡Aleluya!…¿Dónde está la muerte, dónde está mi muerte, dónde su victoria?
La resurrección del Señor hace que la muerte se convierta en Vida. Y si es vida, la muerte pierde su aguijón. Ya la muerte no es el fin de la vida, sino el comienzo de la otra Vida.
La muerte ya no es una puerta que se cierra, sino una puerta que se abre, y la vida se llena de esperanza.
Algunas veces me pregunto: ¿Tenemos los cristianos miedo a la muerte? ¿Es coherente ese miedo?
Algunos santos la han deseado para encontrarse cuanto antes con el Dios Padre. Teresa de Jesús decía:”Muero porque no muero”. Y San Francisco de Asís, en su canto de las criaturas, dice: “Alabado sea mi Señor, por la Hermana Muerte”.
Alguno ha dicho que la muerte es como una “mudanza”. Coges tus bártulos, y te mudas de morada. Pero no te llevas todo. Sólo aquello que tiene valor para la otra Vida. Sólo lo bueno que hayamos hecho. Los demás “muebles” no sirven para la nueva morad.
Desde que nacemos vamos muriendo poco a poco, porque tenemos fecha de caducidad; pero también vamos resucitando poco a poco. Porque no estamos amenazados de muerte, sino de resurrección.
Y la garantía de nuestra resurrección no es otra que la Resurrección del Señor. Dice el Apóstol en la Carta a los Romanos (6, 8): “Si hemos muerto con Cristo, también resucitaremos con él”.
Tomado de Félix González en http://blogs.21rs.es
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