Es el Himno Pascual dedicado por la Iglesia a María, una composición litúrgica de la Iglesia que ya se rezaba en el s. XII, una oración mariana y cristológica con la que felicitamos a la Virgen por la resurrección de su Hijo Jesucristo.
El Regina Coeli sustituye el rezo del Angelus durante el tiempo pascual.
La tradición se la atribuye a San Gregorio Magno que escuchó los tres primeros versos cantados por ángeles mientras caminaba descalzo una mañana en una procesión en Roma, a las que él agregó la cuarta línea.
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Regina caeli, laetare, alleluia.
Quia quem meruisti portare, alleluia.
Resurrexit, sicut dixit, alleluia.
Ora pro nobis Deum, alleluia.
Gaude et laetare Virgo María, alleluia.
Quia surrexit Dominus vere, alleluia.
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Alégrate, Reina del cielo, aleluya.
Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.
Ha resucitado, según predijo; aleluya.
Ruega por nosotros a Dios; aleluya.
Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
Porque ha resucitado verdaderamente el Señor; aleluya.
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ORACIÓN
A
DE LA
ALEGRÍA
PASCUAL
Madre del resucitado, mujer de entereza y fortaleza;
Virgen de la fidelidad en medio del dolor y la muerte;
Lámpara que permaneciste encendida cuando muchas se apagaron;
Llama encendida que contagiaste ilusión;
Mujer valiente y orante que siempre creíste a tu Hijo.
LLENA NUESTRO CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.
Hija del Padre que cantaste las maravillas del Dios de la historia
que se pone de parte de los pobres y excluidos;
Mujer nunca resignada ante lo injusto y lo adverso,
pero siempre dispuesta a ver en todas las cosas el paso salvador de Dios;
Caminante discreta que seguías los pasos de tu Señor y Mesías
sin querer robar el protagonismo a los apóstoles de tu Hijo:
LLENA NUESTRA CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.
Mujer heroica por tu saber estar, tu saber hablar y tu saber callar;
Mujer paciente que sabes que las cosas de calidad maduran con el tiempo,
y que al corazón humano no le sirven las prisas y desesperos;
Hermana y amiga que sabes guardar secretos y que sabes, también,
contarle las cosas nuestras a tu Hijo mejor que nosotros mismos por
tu delicadeza y finura:
LLENA NUESTRO CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.
Santa María, misionera empedernida,
que sobre una columna dicen que animaste al bueno de Santiago
que quería regresar a Jerusalén derrotado ante la dificultad de la misión;
Peregrina y emigrante que tuviste que refugiarte en Egipto hasta la muerte de Herodes,
y cambiaste de residencia para vivir tu vejez con tu nuevo hijo,
el discípulo amado;
Mujer ligera de equipaje a quien pudo transportar los ángeles
en tu peregrinaje definitivo al Cielo:
LLENA NUESTRO CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.
Virgen del rosario y la letanía, que has escuchado tantas oraciones nuestras,
unas bien hechas y otras cansadas y somnolientas;
Madre de tantas ermitas, parroquias y santuarios,
que has visto multiplicarse tu nombre en infinidad de advocaciones,
porque todos te consideramos nuestra, y a todos atiendes y esperas;
Reina, cuya única corona somos cada uno de nosotros,
y que te llenas de luces cuando nos ves alegres y felices;
puerta siempre abierta, y teléfono sin contestador,
que no sabes de horarios y de citas previas
y que nunca bostezas cuando te hablamos
y te contamos nuestras miles de batallas:
LLENA NUESTRO CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.
Espejo de justicia y santidad, que no te gusta la mentira,
la doblez de corazón, el disimulo, la murmuración o la envidia;
Trono de sabiduría que aguantas nuestros mantos y nuestras joyas,
pero que encauzas nuestra generosidad hacia tus hijos más pobres,
cuidadora solícita de las familias que nutres nuestros hogares de ternura y compasión;
fortaleza de enfermos
que sabes estar cerca de quien se le mueve los cimientos de la vida
cuando aparece la enfermedad o la posible muerte.
LLENA NUESTRO CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.
Madre e hija de la Iglesia, que quieres que seamos comunidades abiertas,
acogedoras y solícitas; que mantienes las llamas de nuestros cirios siempre encendidos…
LLENA NUESTRO CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.
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