Algunos ya han activado el “modo ON”, otros están en sus últimos días de vacaciones y, quien más quien menos, comienza a pensar en el cuso que tenemos por delante como un nuevo reto, lleno de propósitos, proyectos, aspiraciones,…. Os proponemos focalizarnos en algo importante: la pareja, el proyecto de vida en común del que depende nada más y nada menos que nuestra felicidad y la de nuestros hijos. Por eso, vale la pena centrarnos en nuestra relación en clave de crecimiento para hacerla crecer. Y os proponemos un artículo tomado del Blog “Familia Actual” de Pilar Guembe y Carlos Goñi en Aceprensa, muy recomendable para seguir entre nuestras referencias de la Web. |
Diez claves para crecer en pareja
Publicado el
25/06/2013 por blogfamiliaactual
Pilar
Guembe y Carlos Goñi
El amor no es algo abstracto. Quizá comenzó como un corazón grabado en
el tronco de un árbol (un icono es el dibujo de la abstracción), pero sólo se
hizo real cuando conformó un proyecto de vida común que va creciendo a base de
pequeñas hazañas cotidianas. Son tal vez minúsculas, pero decisivas para
mantener encendida la llama de ese amor que nació con vocación de ser para
siempre.
La vida en pareja es de esas realidades que, si no crecen, mueren. No
basta con repasar de vez en cuando con la punta de la navaja aquel corazón
tatuado, aunque también hay que hacerlo, sino, sobre todo, hay que ir regando
el árbol todos los días, abonándolo periódicamente, podándolo en temporada y
cuidándolo siempre.
El cuidado es esencial: ese estar pendiente para no descuidarnos de lo
que tenemos entre manos, pues de ello depende nada más y nada menos que nuestra
felicidad y la de nuestros hijos. Por eso, vale la pena tener presente estas
diez claves:
Tener objetivos vitales comunes. Desde que nos unimos
iniciamos un mismo proyecto de vida que no crece si cada cual va por su lado.
La vida en pareja no es un juego de sokatira, sino una barca con dos remos que
hay que acompasar.
Gozar de momentos juntos. La vorágine
cotidiana nos puede llevar a un cierto distanciamiento si no aprovechamos
momentos para estar solos, salir a cenar o pasar unos días juntos donde poder
dedicarnos el uno al otro.
Consensuar un estilo educativo. Aunque hayamos
recibido educaciones diferentes, hemos de tener muy claro cómo educar a
nuestros hijos, ir a una y que no nos vean discutir por ellos.
Gestionar las relaciones con la familia molecular.
La familia nuclear (padres e hijos) está inscrita en una familia molecular
(suegros, abuelos, tíos, primos) que puede ser fruto de conflictos si no se
toma la distancia pertinente, pero también puede generar grandes beneficios
afectivos y de apoyo.
Respetarse siempre. No hay amor sin
respeto. Si falta este pueden saltar las chispas de los celos, evaporarse la
equidad, generarse la incomprensión e, incluso, ir naciendo la sombra del
maltrato.
Cuidar las relaciones íntimas. La salud de una
relación se decide en la intimidad de la alcoba, la cual nunca ha de ser
testigo de dos extraños en la noche; allí el diálogo deber ser trasparente y
profundo.
Administrar el tiempo libre. Muchos problemas de
pareja tienen su origen en una mala administración del tiempo libre, el cual
puede ser, si no la causa, sí la ocasión para que se produzca un enrarecimiento
del ambiente.
Admirar al otro. La costumbre hace que
demos cosas por sabidas o sentidas, que nos cueste soltar un “te quiero” o un
“qué guapo/a estás”, por considerarlos redundantes. Se mira con los ojos, pero
se admira con las palabras.
Repartir las tareas domésticas. El reparto
equitativo del trabajo es una pieza importante para convertir la casa en un
hogar donde todos colaboren en una tarea común.
Comunicación. Es la clave de toda relación: saber escuchar
y hablar con franqueza. Para ello hay que colaborar en la comunicación, es
decir, esforzarnos por entender y hacernos entender.
No dejemos que ese corazón deje de palpitar.
Resulta un buen test para medir la calidad de nuestra relación en un momento concreto.
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