Comentario al Evangelio del XXVII Domingo del Tiempo ordinario, 6 octubre 2013


Las palabras de Jesús siguen resonando… “Si tuvierais fe como un grano de mostaza…” Y esas palabras me las dice Jesús hoy a mí, resuenan en el Templo durante la Eucaristía haciéndose eco en la Comunidad Cristiana del Recuerdo, resuenan en la Iglesia e inquietan nuestros corazones, los de quienes hemos elegido seguir a Jesús, vivir del evangelio,…


Las lecturas de HOY
Primera Lectura Habacuc 1, 2-4; 2, 2-4
Segunda Lectura: II Timoteo 1, 6-13
Evangelio: Lc. 17, 5-10



Dijeron los apóstoles al Señor: “AUMÉNTANOS LA FE”.
El Señor dijo:
“Si tuvierais una fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este monte: `Arráncate y plántate en el mar', y os habría obedecido”.
“¿Quién de vosotros que tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: `Pasa al momento y ponte a la mesa?'  ¿No le dirá más bien: `Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme y luego que yo haya comido y bebido comerás y beberás tú?' ¿Acaso tiene que dar las gracias al siervo porque hizo lo que le mandaron? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os mandaron, decid: No somos más que unos pobres siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer”.


No he visto un grano de mostaza en mi vida pero comentan que es del tamaño de una cabeza de alfiler. Y Jesús sentencia que esa miniatura de fe bastaría para hacer lo imposible: arrancar de cuajo con una orden una morera para que se plante en el mar.

Inquieta, la verdad, esta sentencia. ¿Es que no tenemos fe? Y a nuestro alrededor, ¿cuántas personas de fe?, ¿cuántos creyentes? Si una pequeñez como un grano de mostaza, una cabeza de alfiler, tendría esa fuerza de movimiento y transformación, ¿dónde están los cristianos?, ¿y tantos sacerdotes…?, ¿cómo mueven la multitud de colegios religiosos?, ¡hay cientos de asociaciones, movimientos…!, ¿en qué quedaron Río 2013 o Madrid 2011?,...

Dilema inquietante. Pero tampoco hay que ir a movimientos físicos de grandes masas como montañas. Como Iglesia, como parroquia, personalmente, en grupo,… preguntémonos ¿ES SIGNIFICATIVA NUESTRA FE? ¿Tiene sentido y es original en medio de nuestro barrio, en nuestros entornos, en nuestras familias,…?, ¿nos hace originales y únicos?, ¿se nos nota?, ¿destacamos…? ¿…y en qué o por qué?

Cuando ponemos nuestra vida, la de nuestra Comunidad y la Iglesia a la luz de Dios, del Evangelio, hemos de reconocernos como pobres siervos –que no nos reconocemos en estas palabras de Jesús- y surge en nosotros la petición que hace de pórtico de este fragmento evangélico, “¡Auméntanos la fe!”


¡Señor, aumenta nuestra fe,
de modo que podamos hacer de nuestra vida
un servicio gratuito a Dios y a los hermanos!





Oración



Señor, reconozco que estoy todavía lejos de tener
la misma fe de Abraham, Moisés, muchos profetas y María.

Renueva en mí el don de la fe recibida en el bautismo,
que revivo en cada Eucaristía.

Ante tu presencia, aumenta mi fe cada día.

Señor, mi fe es total, sin reservas;
creo en las cosas divinas y humanas.

Señor, mi fe es libre,
quiero aceptar tu voluntad con toda responsabilidad
y las obligaciones que conlleva.

Señor, que mi fe sea fuerte,
para poder caminar entre el oleaje del mundo
y en tu nombre poder mover montañas.

Señor, que mi fe sea feliz,
que dé paz y alegría a mi alma,
para que ella me disponga
para servirte a Ti y a mis hermanos.

Señor, que mi fe esté activa
y que también sea una continua búsqueda de Ti,
un testimonio continuo,
un apostolado continuo.

Señor, que mi fe sea humilde,
que no se base en mi opinión,
ni en mis sentimientos;
sino que siempre se base en el Espíritu Santo
y en la Iglesia, que es mi madre y maestra.

Señor, que mi fe sea generosa,
que se haga viva en el amor a ti y a mis hermanos,
convirtiéndose en actos de generosidad y amor.
Amén




No hay comentarios:

No nos hacemos responsables de los comentarios que se realicen.