Vaticano II - (25) - Futuro del Concilio



NO HAY QUE DEJAR DE BUSCAR PORQUE EN ESO CONSISTE TODO PROCESO DE EVOLUCIÓN, DE MADURACIÓN. Con esta entrada finalizamos nuestro acercamiento al Concilio Vaticano II con todo el futuro por delante.







En ocasiones surgen voces que proponen la convocatoria de un nuevo Concilio.

Cuando el papa Juan convocó el Concilio y propuso renovar la Iglesia, el terreno estaba fecundado porque desde hacía más de 50 años se habían desarrollado movimientos de base como los movimientos bíblicos, teológicos, patrísticos, ecuménicos, misionarios y otros que prepararon la Iglesia para la nueva primavera que fue el Concilio,…

Y yo me pregunto, ¿está nuestra Iglesia activando y liberando esa renovación de base que alimente e inspire un nuevo retorno a las fuentes (ressourcement) y una renovada actualización (aggiornamento).

La Iglesia, las iglesias, están llamadas a ser células proféticas de resistencia y cambio de ese modo de organizar el mundo, apertura a la humanidad y a la comunión con todo el universo.

Al recibir hoy el Concilio debemos sentir su llamada animando a la Iglesia a exponerse continuamente al dialogo sincero con la Palabra revelada de Dios y con un mundo de vitalidad efervescente lleno de los dones del Señor, aunque sin destino propio desligado de Cristo.

Estamos llamados a retomar de continuo la vitalidad propia de quien quiere responder con honestidad y radicalidad al Evangelio en este mundo concreto (nuevo) que nos ha tocado vivir.

El primer reto es dejar atrás esa apatía que intenta apoderarse siempre de la Iglesia y que tiene como consecuencia la contundencia con que experimentamos el desinterés global de la sociedad hacia la propuesta evangélica,…

Hemos de reaprender a hablar con esperanza a una sociedad en crisis y con un futuro envuelto en una densa niebla interior. Y para ello es necesario alimentarse del Misterio Pascual de Cristo, el único que puede sostener la vida eclesial y acompañar la vida social más allá de sus logros o fracasos puntuales.
Pero, ¿a qué nos llama el Concilio aún?

A ser más creativos y audaces en la misión eclesial. Y aportar como Iglesia, radicada en Cristo y el Evangelio y animada por su Espíritu, optimismo y modos de hacer creativos y compartidos, que generen esperanza para el momento cultural e histórico que estamos viviendo.

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