En medio de nuestras crisis es posible vivir de esperanza


Querid@s amig@s

Un año más comenzamos el Adviento. Da la sensación de volver siempre al mismo lugar para hacer lo mismo. Pero sabemos que no es así. Sabemos que el Adviento 2013 será lo que nosotros queramos que sea. Será lo que cada uno de nosotros decidamos que sea.




De momento, las esperanzas que nos traemos entre manos son distintas, como también lo son las dificultades que arrastramos.

Venimos arrastrando dificultades. Venimos arrastrando, sobre todo, una crisis que nos pesa. Nos dicen que estamos al final del túnel, al comienzo del final. Pero aunque así fuera, ya se ha cobrado muchas víctimas que no podemos dejar de mirar y parece como si cada vez que damos un paso apareciera una sorpresa tan desagradable o desalentadora o peor que la anterior.

Y traemos nuevas esperanzas. Los profetas en el AT, miraban la situación de su tiempo, enfocándose en la de los más desfavorecidos y a continuación iban a la raíz, a la relación del hombre con Dios. Y denunciaban el estado de las cosas que distaba mucho del plan de Dios y apuntaban a la restauración de ese plan, a volver a sintonizar con la melodía que señalaba a un futuro de esperanza. Estaban a acostumbrados a mirar la vida, el futuro, a analizar las crisis y la situación desde la fe, desde ese lugar privilegiado para la esperanza.

En todo caso, aguardamos con esperanza lo que está por venir. Necesitamos estar atentos no solo a la venida de Dios hecho Niño, sino a las venidas de Dios hecho llamada e invitación en nuestros corazones. La crisis nos desafía y nos exige atrevimiento profético, ser capaces de leerla a la luz de la fe con sabiduría cristiana, con tono profético.
Probablemente la crisis llegó porque dejamos de lado lo más nuclear del evangelio de Jesús, que todos somos hijos de un mismo Padre y todos somos hermanos; que todos estamos embarcados en el mismo proyecto y que paso a paso, reto a reto, el objetivo compartido es construir el Reino, hacer realidad la gran fraternidad de los hijos de Dios.

Nosotros mismos somos un adviento, somos futuro y un futuro que depende de nosotros. En nuestra sociedad sin esperanza, los cristianos estamos llamados a dar razón de la esperanza. La invitación profética y evangélica se concreta en varios imperativos que hoy resuenan con especial urgencia

Despertad.   Es el mensaje del Adviento. El creyente de hoy no puede “dormirse en los laureles”. Estamos llamados a seguir “soñando despiertos”, a poner el corazón en lo que está por venir pero arremangados y en el fango.

Estad alerta.  ¡Cuidado con instalarnos! Es posible que estemos sobrevolando la crisis pero ésta es una “crisis con metástasis” que acaba afectando poco a poco a los órganos más vitales: crisis financiera, económica, política, democrática, social, del Estado del Bienestar, de valores, humanitaria, familiar, juvenil, educativa,… No hagamos pacto alguno con la “Globalización de la Indiferencia” de la que habla el Papa Francisco. Que nuestro estado de alerta sea compasivo, solidario, creativo,…

Vigilad.   Mirad y ved que se acerca, que llega vuestra liberación. “¿No lo notáis? Está surgiendo algo nuevo”. Hay signos de los Tiempos que apuntan al Cambio, al Desarrollo, al Progreso de todos y para todos. Tengamos la lucidez y el atrevimiento de abrir los ojos e implicarnos. Tengamos la osadía de hacer pequeños gestos que generan el cambio. Somos agentes del Reino, de ese Reino que se acerca y que todos tenemos que adelantar.

Celebrad.   El Adviento apunta a la Navidad, a la aparición de Dios entre nosotros. Y si Dios está entre nosotros, si pasa por nuestra vida ¿No tenemos acaso algo que celebrar? Ante la celebración de la Navidad vivamos gozosamente la presencia misteriosa de Dios en nosotros, entre nosotros, con nosotros y para nosotros,… Haced la experiencia de descubrir y gozar en vuestra vida el paso de Dios.

Sed Austeros.   Nos acercamos a unas fechas que destacan por el rebose y el desbordamiento. Pensar en quienes ni siquiera tienen lo preciso para vivir nos debería refrenar en nuestros excesos. Cáritas tiene un precioso lema que lo dice todo y nos puede hacer pensar: “Vive sencillamente para que otros sencillamente puedan vivir”

Compartid.   La Austeridad como meta personal no conduce a ninguna parte si no es para compartir. Precisamente la Navidad está llena de posibilidades y ocasiones para hacerlo. Pero no te quedes en la Navidad porque cada día es Navidad y cada día es preciso salir al paso de las necesidades del hermano para no incurrir en aquello de Caín –“¿Y qué tengo yo que ver con mi hermano?”—

Buscad alternativas.   Hay que ser críticos al mismo que tiempo que positivos y creativos, constructivos. No nos podemos conformar con nuestras miserias, con los problemas y tragedias, con contemplar pasivos lo que sucede a nuestro alrededor o a distancia. Hay que ponerse en camino y ser alternativos. El Evangelio es alternativa.

Liberad.   Liberaos y liberad. ¡Nos atan tantas cosas! ¡Nos atenazan tantos miedos! ¡Nos invaden tantas sospechas! Liberaos de ellas. Para el cristiano lo razonable es vivir en la libertad de los hijos de Dios. Y el cristiano tiene la misión de liberar desde lo más profundo de cada ser, desde espacio sagrado de la dignidad de cada persona en donde habita Dios, y el mismo Dios clama desde los más profundo de cada hombre reclamando lo que está llamado a ser.

Esperad.   No os desaniméis. Animaos mutuamente. Que el calor y la fuerza de la Comunidad Cristiana del Recuerdo os estimule a seguir luchando, trabajando, liberando, creyendo, caminando,…. Al principio y al final del camino está Dios invitándonos. Él está con nosotros, nos acompaña.

Alegraos.   Es cierto que “no está el horno para bollos”, pero si penetráis en el misterio de la encarnación, en la realidad profunda que significa que Dios se hace uno de nosotros en la sencillez de un Niño y se queda con nosotros, entraréis en la razón más profunda de la alegría más genuina. Como decía San Pablo, “Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros”… Tenemos motivos sobrados para desbordar de esa alegría que Jesús nos promete y “que nadie nos podrá arrebatar”.

Ahora os pido que os pongáis creativos conmigo y me ayudéis a continuar esta carta. Es la zona práctica.
Si os parece, comienzo yo dando una idea de qué podemos hacer –algo concreto- para preparar de verdad nuestro corazón para la venida del Señor, mantener el tono profético del Adviento o avanzar en nuestro sentido evangélico. Y a continuación os pido que penséis en alguna acción que pueda ayudarnos a vivir este Adviento y os ruego que la compartáis en el comentario.

Y ahí va mi idea. Sugiero que desempolvéis ya el Belén y toméis una figurita de los “secundarios” (p.e. los típicos pastores que se acercan al portal…), os invito a escribir en la base en la que se apoya esa figura el nombre de una persona de la que os sintáis distanciados (un familiar del que os habéis alejado, un amigo con el que habéis discutido, un compañero de trabajo que os caiga mal, una persona con la que os cueste mucho hablar,…). Situadle en el Belén que colocaréis para la Navidad al comienzo del adviento, a una distancia razonablemente lejana del Misterio. Y según vayáis dando pasos de acercamiento, lo vais acercando al Misterio. El objetivo es, evidentemente, acercarnos y con cada gesto que tengamos lo acercamos más y más al misterio. Cuando entre nuestra figura al Misterio se revelará la grandeza del amor que brota de la Encarnación que contemplamos en el portal.



¡Feliz y provechoso tiempo de
Adviento y Navidad
2013-2014!



¡Y ahora vosotros, aportad en los Comentarios vuestras ideas para celebrar de una forma creativa el adviento!



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