En nuestra serie de cartas a Dios, esta vez, resuena el anuncio profético de "Todo hombre verá la salvación de Dios". ¿Qué salvación?, ¿quiénes la van a ver?, ¿la necesitamos? |
Hola Dios, ¿cómo estás?
Hoy, querido Dios, me siento de nuevo a escribirte.
Y es que me ha dado por escribir, porque le puede parecer mentira a los que leen este blog, pero a menudo no tengo tiempo para hablar contigo. Y, fíjate, he descubierto que esto de escribirte es una buena manera de hablar contigo…¿no es eso, también, rezar?
Hoy ha resonado otra frase potente de los profetas del Adviento y, además, el lector que la ha proclamado, se ha venido arriba al pronunciarla. Jolín, que me ha impresionado: "¡Todos verán la salvación de Dios!”.
No sé si entendemos bien esas palabras. Y es que me parece que hay muchos que entienden mejor otras palabras, como: sueldo, tener trabajo, tener salud, tener piso… Te darás cuenta de que nuestra “salvación” empieza casi siempre con el verbo “tener”. Cuando tenemos todas esas cosas (y otras muchas) creemos que nos ha llegado la salvación. Sobre todo en este tiempo de crisis. Solemos decirlo menos descaradamente, pero es igual. Decimos: “Teniendo salud, dinero, etc… ¿qué más podemos pedir?"
Tu anuncio de que “todo hombre verá la salvación de Dios”, parece que no nos ilusiona demasiado. Aunque, si te digo la verdad, ya hay pocas cosas que nos ilusionan.
Yo sé que Tú al anunciarnos la “salvación” para todos, te has sentido feliz, pensando en lo felices y contentos que nos pondríamos nosotros al saberlo. Pero no sufras… somos así. A veces necesitamos cosas más cercanas y tangibles.
Sabemos que Tú vienes anunciando esa salvación desde que nos creaste; y que tu Hijo, Jesús, se hizo salvación para todos. Y hace ya dos mil trece años que lo sabemos, pero no acabamos de valorarlo. Danos, todavía, un poco más de tiempo, pero no dejes de recordárnoslo.
Tengo que decirte que nos encontramos bastante bien en este mundo, a pesar de las crisis y los agobios. Para ser felices necesitamos no pensar demasiado, y que las cosas vayan relativamente bien. Con eso, casi, nos contentamos y tenemos suficiente.
Bueno, en realidad, eso de que “tenemos suficiente”, ¡quizás me estoy pasando y no es para tanto! Hay algo me dice a mí mismo que no, que no tenemos suficiente, que es estúpido decir eso. Es estúpido decir “no necesito más”, “me basta con lo que tengo”. Casi nadie está contento con lo que tiene. Casi todos desean más. De vez en cuando nos damos cuenta de que siempre nos falta algo distinto de lo que tenemos o deseamos, que nada de lo que tenemos nos hace totalmente felices. Y seguramente es esa salvación que tú ofreces a todos.
Si lo piensas bien el amor nunca es del todo pleno, la bondad no acaba de ser absoluta, y la belleza no es total por mucho que se acerque,... nunca los deseos se ven colmados plenamente. Tú sí que eres Amor…Bondad… Belleza… Meta de todos deseo… Felicidad. Y todo ello, porque eres SALVACIÓN para todos. Empiezo a comprender lo que el gran San Agustín decía: "inquieto está mi corazón hasta que descanse en Ti".
Comprendo que la salvación – la que tú nos harás ver- no es sólo tener trabajo, salud…y acaso tener calefacción un día de frío. La salvación eres Tú, a quien un día veremos plenamente, si ya desde ahora empezamos a verte, aunque sea entre nieblas.”
Estas cartas están basadas en las cartas publicadas
en Adviento 2012 por Félix González en el blog Corazones en Red http://blogs.21rs.es/
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