¿Quién es el Espíritu? -me decís-


¿Alguna vez habéis sentido que, en las noches oscuras que todos pasamos, en esos momentos en que querrías rendirte, en que no puedes más… sin embargo sacas fuerza de flaqueza para aguantar un día más… y al final empieza a verse un poco de claridad al final de tanta sombra?



¿Alguna vez habéis perdonado, aun sabiendo que os han herido, aun sabiendo que teníais mil razones para levantar barreras para siempre?

¿Alguna vez habéis sentido que, incluso en momentos de problemas, os sentís felices de fondo, con una alegría serena, que dura, que resiste, que se llama “sentido”?

¿Alguna vez os habéis estremecido con el dolor ajeno, incluso el dolor de aquel a quien no conocíais, y algo dentro de vosotros os ha hecho sentir el deseo de transformar las cosas?

¿Alguna vez habéis renunciado a algo por el bien de otros?

¿Alguna vez os habéis sentido tremendamente libres, fuertes, plenos sin que eso os hiciera sentir superiores a otros, sino, antes bien, más unidos a otros?

¿Alguna vez os habéis sentido amados, tal y como sois, sin exigencias, sin rechazos, sin reproches, sin condiciones… y eso os ha hecho desear de veras corresponder con la misma limpieza y gratuidad?

¿Alguna vez os habéis acostado agotados, pero contentos y orgullosos por haber estado trabajando por algo en lo que creéis, algo bueno para otros, especialmente los más rotos de nuestro mundo?

¿Alguna vez habéis sido valientes como para decir una verdad que puede resultar incómoda, pero que creéis que es justo y honesto proclamar?

¿Alguna vez habéis experimentado la gratitud, esa gratitud que despierta dentro de uno ecos, respuestas y se contagia?

Es el Espíritu de Dios, la presencia de Dios entre nosotros y el vínculo amoroso que nos une a Dios y que habita en lo más profundo de nosotros desde donde clama en nosotros ¡Abba Padre!


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