San Leonardo Murialdo, 18 de mayo.


El próximo Sábado, 18 de mayo, celebramos la Fiesta de San Leonardo Murialdo y, con esta celebración, comienzan las fiestas de la Parroquia.
San Leonardo Murialdo es el fundador de la Congregación de San José -Josefinos de Murialdo- a quienes se ha encomendado el cuidado pastoral de nuestra parroquia.
Para acercarnos a la figura del fundador de los josefinos, reproducimos en texto las palabras pronunciadas por Benedicto XVI en la Audiencia General en la Pza. de San Pedro en Roma (28/04/2010) a propósito de San Leonardo Murialdo  





"Leonardo Murialdo nació en Turín el 26 de octubre de 1828: es la Turín de san Juan Bosco y de san José Cottolengo, tierra fecundada por numerosos ejemplos de santidad de fieles laicos y de sacerdotes.

Leonardo era el octavo hijo de una familia sencilla. De niño, junto con su hermano, entró en el colegio de los padres escolapios de Savona para cursar la enseñanza primaria, secundaria y superior; allí encontró a educadores preparados, en un clima de religiosidad basado en una catequesis seria, con prácticas de piedad regulares.

Sin embargo, durante la adolescencia atravesó una profunda crisis existencial y espiritual que lo llevó a anticipar el regreso a su familia y a concluir los estudios en Turín, donde se matriculó en el bienio de filosofía. La "vuelta a la luz" aconteció —como cuenta— después de algunos meses, con la gracia de una confesión general, en la cual volvió a descubrir la inmensa misericordia de Dios; entonces, con 17 años, maduró la decisión de hacerse sacerdote, como respuesta de amor a Dios que lo había aferrado con su amor.

Fue ordenado el 20 de septiembre de 1851. Precisamente en aquel período, como catequista del Oratorio del Ángel Custodio, don Bosco lo conoció, lo apreció y lo convenció a aceptar la dirección del nuevo Oratorio de San Luis en "Porta Nuova", que dirigió hasta 1865. Allí también entró en contacto con los graves problemas de las clases más pobres, visitó sus casas, madurando una profunda sensibilidad social, educativa y apostólica que lo llevó a dedicarse después, de forma autónoma, a múltiples iniciativas en favor de la juventud. Catequesis, escuela, actividades recreativas fueron los fundamentos de su método educativo en el Oratorio. Don Bosco quiso que lo acompañara también con ocasión de la audiencia que le concedió el papa Pío IX en 1858.

En 1873 fundó la Congregación de San José, cuyo fin apostólico fue, desde el principio, la formación de la juventud, especialmente la más pobre y abandonada. El ambiente turinés de ese tiempo estaba marcado por un intenso florecimiento de obras y actividades caritativas promovidas por Leonardo Murialdo hasta su muerte, que tuvo lugar el 30 de marzo de 1900.

Me complace subrayar que el núcleo central de la espiritualidad de Murialdo es la convicción del amor misericordioso de Dios: un Padre siempre bueno, paciente y generoso, que revela la grandeza y la inmensidad de su misericordia con el perdón. San Leonardo experimentó esta realidad no a nivel intelectual sino existencial, mediante el encuentro vivo con el Señor. Siempre se consideró un hombre favorecido por Dios misericordioso: por esto vivió el sentimiento gozoso de la gratitud al Señor, la serena conciencia de sus propias limitaciones, el deseo ardiente de penitencia, el compromiso constante y generoso de conversión.

Veía toda su existencia no sólo iluminada, guiada, sostenida por este amor, sino continuamente inmersa en la infinita misericordia de Dios. En su testamento espiritual escribió:
"Tu misericordia me rodea, oh Señor... Como Dios está siempre y en todas partes, así es siempre y en todas partes amor, es siempre y en todas partes misericordia".

Recordando el momento de crisis que tuvo en su juventud, anotó:
"El buen Dios quería que resplandeciera de nuevo su bondad y generosidad de modo completamente singular. No sólo me admitió de nuevo en su amistad, sino que me llamó a una elección de predilección: me llamó al sacerdocio, y esto apenas algunos meses después de que yo volviera a él". 

Por eso, san Leonardo vivió la vocación sacerdotal como un don gratuito de la misericordia de Dios con sentido de reconocimiento, alegría y amor. Escribió también:
"¡Dios me ha elegido a mí! Me ha llamado, incluso me ha forzado al honor, a la gloria, a la felicidad inefable de ser su ministro, de ser "otro Cristo".  Y ¿dónde estaba yo cuando me has buscado, Dios mío? ¡En el fondo del abismo! Yo estaba allí, y allí fue Dios a buscarme; allí me hizo escuchar su voz...".

Subrayando la grandeza de la misión del sacerdote, que debe "continuar la obra de la redención, la gran obra de Jesucristo, la obra del Salvador del mundo", es decir, la de "salvar las almas", san Leonardo se recordaba siempre a sí mismo y recordaba a sus hermanos la responsabilidad de una vida coherente con el sacramento recibido.

Amor de Dios y amor a Dios: esta fue la fuerza de su camino de santidad, la ley de su sacerdocio, el significado más profundo de su apostolado entre los jóvenes pobres y la fuente de su oración. San Leonardo Murialdo se abandonó con confianza a la Providencia, cumpliendo generosamente la voluntad divina, en contacto con Dios y dedicándose a los jóvenes pobres. De este modo unió el silencio contemplativo con el ardor incansable de la acción, la fidelidad a los deberes de cada día con la genialidad de las iniciativas, la fuerza en las dificultades con la serenidad de espíritu. Este es su camino de santidad para vivir el mandamiento del amor a Dios y al prójimo.


3 comentarios:

  1. Gracias por tan extraordinario documento, ¡Que bueno! Se me ha encogido el corazón al leerlo y ver los videos.
    ¡Feliz fiesta de Sam Leonardo Murialdo a todos!

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  2. !Felicidades a toda la congregación Murialdo!

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  3. ¡Felicidades a toda la comunidad, y gracias por ser transmisores diarios de la fe y del amor.!

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