Comentario al Evangelio del XVI Domingo del Tiempo Ordinario, 21 julio 2013


Camino a Jerusalén Jesús se detiene en Betania, en casa de su amigo Lázaro y sus hermanas.

Viene seguramente cansado y acompañado de un buen grupo de discípulos. Tú ¿qué hubieras hecho? El evangelio del próximo domingo es uno de esos pasajes que descolocan, que desafían nuestro estilo de afrontar la vida y nos cuestionan sobre lo esencial.



Palabra de este Domingo
Primera Lectura. Génesis 18, 1-10.
Salmo 14 “Señor, ¿quién puede hospedarse en tu casa?”
Segunda Lectura. Colosenses 1, 24-28.



Evangelio Dominical


Lucas 10, 38-42:


En aquel tiempo, entró Jesús en un pueblo, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
En cambio, Marta estaba atareada con todo el servicio de la casa; hasta que se paró y dijo:
— “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me ayude”.
Pero el Señor le contestó:
— “Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y no se la quitarán”.

Inevitablemente, al leer este pasaje, surge en mí cierta sensación de culpa. Parece claro que desearía ser como María, pero el ritmo de la vida diaria me lleva a estar más cerca de Marta. María se nos antoja como el ideal al que estamos llamados, la persona que logra desligarse de las interminables tareas de cada día para sentarse, absorta, a los pies de Cristo.

Pero hay algo en mí que se revela y me hace señalar a María poco práctica, que se escaquea de obligaciones que no se pueden ignorar. No me sorprende nada el mosqueo de Marta, lo entiendo. Ella escogió una actividad menos “espiritual” que estar sentada a los pies de Cristo, pues... ¡alguien tenía que ocuparse de la comida! ¿O no?

Pero nuestro estupendo pintor, el evangelista Lucas nos pinta el cuadro con claridad y atina en las palabras que describen la escena y llegan a lo profundo de la persona. Lucas, de hecho, nos muestra si os fijáis bien, que algo en la vida de Marta no funciona.

¿No percibís en su servicio una actitud de condena hacia María y una expresión de reproche hacia al Señor, por avalar la aparente irresponsabilidad de su hermana, que resultan francamente desagradables? La condena y el reproche revelan que algo en el corazón de Marta no está bien. Seguramente es allí donde debemos dirigir la mirada para descubrir el meollo de la cuestión e interpretar esa frase del Maestro –“una sola cosa es necesaria”- que nos descoloca irremediablemente.


Fijaos en esta frase: “pero Marta estaba atareada con todos los preparativos”. Algunas traducciones utilizan el término “estaba distraída”, y este término nos puede ayudar a entender que el problema de verdad es su falta de concentración: Marta ha dejado de centrar su atención en el Señor porque los preparativos de la comida “atraen” su concentración, pidiendo que se enfoque exclusivamente en ellos.

Y aquí queda el interrogante que nos deja esta escena “¿Está Cristo en primer lugar en tu vida?”.

En el mundo de Marta se ubica a Dios en las periferias de la existencia, de la vida, centrándose preferentemente asuntos de urgencia. En la figura de su hermana María, Lucas nos invita a poner a Cristo en el centro de la vida, de toda actividad, de mis aspiraciones y proyectos,… vivir en comunión con Cristo.

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