Reposo


Necesitamos descansar porque no podemos estar trabajando sin reposo permanentemente. El reposo tiene como fin conseguir nuevas energías para nuevos esfuerzos, “recargar las pilas” que comentamos a menudo o recuperarnos a nosotros mismos porque, a menudo, nos perdemos en el fragor de la rutina diaria.


En nuestra mentalidad utilitarista y proactiva, vemos mal a las personas que añoran la llegada del fin de semana, los que deambulan cabizbajos porque no acaban de llegar las vacaciones y a aquellos que anhelan puentes, acueductos o trasvases,…

Pero fijaos en el relato de la Creación, incluso Dios descansa y hay toda una tradición del Sabbat en el Pueblo Judío y del Domingo en la Tradición Cristiana que apuntan al descanso y se orientan al “Sabbat”, al “Dies Domenicae” como el día para la vida, el día para “ser” y “recuperarse”, el día del don, de la contemplación, de la gratuidad,…

"El Sábado nos recuerda que nuestro corazón pertenece a Otro. Durante seis días a la semana luchamos contra el mundo arrancando sus riquezas a la tierra; en Sábado prestamos especial cuidado a la semilla de eternidad plantada en el alma." (A. Heschel)

Algo parecido dicen las palabras latinas "ocio" y su contraria "negocio" (no-ocio). En el negocio se busca el fruto, la eficacia, la rentabilidad, la planificación, requiere esfuerzo. El ocio se refiere a lo gratuito, lo ineficaz, lo creativo, lo regalado, lo gozado, lo imprevisto.

Todo esto parece que nos chirría, al fin y al cabo a quienes suspiran con tanto afán por las vacaciones, o el finde, les miramos mal y da la sensación de que “ocio” suena a vagancia, a tumbona, a no hacer nada, a perder el tiempo.

Bueno, pues tienes por delante, todo un periodo de vacaciones al que sólo tú le puedes dar motivos para vivirlo con densidad humana, con intensidad reposada, un sentido profundo,…
Decimos que necesitamos descansar, pero descansar no es no hacer nada. Es muy buen descanso hacer lo que no tenemos tiempo y oportunidad de hacer durante los meses del curso.


Que no nos suceda que hagamos del verano un tiempo de ruptura: un momento en el que nos distanciamos de Dios y perdemos el hilo vital que nos sostiene. Más bien, al contrario, trata de que este tiempo de reposo, don y gratuidad te ayude de alguna manera a ahondar en su presencia en ti, a bendecir, a pacificarte; a dar sentido a lo que crees, lo que esperas, tus proyectos y valores y evangelizar esas zonas que se resisten durante el año y ahora están abiertas a recibir nuestra atención y demandan dedicación.

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