Comentario al Evangelio del XVII Domingo del Tiempo Ordinario, 28 julio 2013


Lucas es el evangelista que más insiste en la oración. El domingo pasado Marta estaba a los pies de Jesús en plan contemplativo y ahora nos dibuja la imagen de los discípulos que quieren aprender a orar. Lucas nos pinta a Jesús en este pasaje revelándose como un “maestro de oración”.




Las Lecturas de hoy

Primera Lectura. Génesis 18, 20-32.
Salmo 137 “Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste
Segunda Lectura. Colosenses 2, 12-14.


Evangelio: Lucas 11, 1-13:

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
“Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.

Él les dijo: “Cuando oréis decid:


“Padre,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
danos cada día nuestro pan del mañana,
perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo,

y no nos dejes caer en la tentación”.



Y les dijo:
- “Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle:
“Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”.
Y, desde dentro, el otro le responde:
"No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”.
Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros:
Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿0 si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?”



Jesús ha estado orando y sus discípulos, que le ven, le piden: “enséñanos a orar….”

Les enseña a orar, como es bien sabido, con la oración del Padrenuestro que en Lucas tiene, respecto a Mateo (Mt. 6, 9 ss.), una forma más reducida. Desentrañamos el padrenuestro centrándonos en lo sustancial que nos transmite Lucas.

Padre
El “Padre nuestro que estás en los cielos” de Mt (6, 9) en Lucas es más sobrio y reza simplemente “¡Padre!”. A Jesús y a sus seguidores les basta decir eso. Han dejado a un lado los restantes títulos y nombres de Dios y, más allá de las altas elucubraciones, sólo expresan en esta breve expresión lo que vincula a Dios con todos los hombres diciendo: ¡Padre!
Y aquí está lo más fascinante del ser cristiano, la posibilidad de decir “Padre” a Dios “con todas las de la ley”. Sabemos que estamos en manos del Padre, que somos presencia de Dios (que él vive y se expresa en nosotros), esa es la oración cristiana y eso es el estilo de vida cristiano. Nada más, eso sólo: Abba/Padre dicho y vivido…para así crecer y ser personas desde Dios, eso es orar…

Santificado sea tu Nombre
Si el nombre de Dios es Padre, nuestro deseo de que Dios mismo santifique su nombre expresa nuestro anhelo de que se muestre como Padre; y el compromiso del cristiano de mostrar que verdaderamente es Padre. Queremos que, a través de nuestra vida, Dios se muestre a todo el mundo como Padre.

Venga tu Reino
El Reino que pedimos que venga no viene de un Rey, sino de un Padre. La oración no se dirige a un monarca poderoso, en clave de imposición o dominio, sino al Padre, que ofrece vida a todos, en amor generador, no por la fuerza. El Reino de Dios no se instaura por mandato o dominio, sino amando como ama el Padre, para que los hijos crezcan y vivan…Los constructores del Reino son aquellos que aman como un Padre, no los que se imponen como un Rey. Al pedir que venga el Reino del Padre nos comprometemos a recibirlo y compartirlo con todos. Nos comprometemos a ser el Reino del Padre y a traer ese Reino.

Danos cada día nuestro pan cotidiano
Sólo aquellos que necesitan pan y quieren compartirlo pueden decir “Padre nuestro”.
El “pan cotidiano” es el alimento compartido, fraterno, es decir, la comida compartida. El pan es el trigo que se siembra y se muele para que sea harina que se convierte en pan. Por eso, al hacer esta petición nos comprometemos a cultivarlo, elaborarlo y compartirlo, en un proceso de trabajo social.

Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo
Del pan pasamos al perdón, y decimos que creemos en el perdón y que, también nosotros, queremos perdonar a los que nos deben algo. La comunidad que surge en torno a Jesús tiene como ley suprema el perdón, tanto en plano religioso como social, en plano personal como económico, pues la palabra “deudas” incluye todos esos aspectos. Ésta es la religión de Jesús, éste su culto. No hay otro mandamiento ni otro rito, sino el amor mutuo expresado en el pan compartido y el perdón.

Y no nos dejes caer en tentación
En la vida inevitablemente hay tentación, prueba. Y el Padre puede y quiere ayudarnos; por eso le pedimos que no nos abandone ni rechace en medio de ella.
La oración más honda de Jesús no es una meditación interna (yoga) que nos aleja de la historia, sino aquella que está vinculada al don y tarea del pan y el perdón compartido, dentro de la historia. En la historia pasaremos por pruebas y tentaciones reales, no ficticias, ¡qué te voy a contar que no sepas!, y en ellas pedimos que el Amor, el Reino, la Paternidad de Dios se haga presente y fuerte y sea nuestra fortaleza.




Tres añadidos
Lucas ha introducido después del Padrenuestro tres pequeños fragmentos sobre la oración que se completan entre sí y que deben leerse unidos para entenderlos, pues van matizando el sentido de la oración de petición.

La parábola del amigo importuno y los panes
Lucas es el único evangelista que nos cuenta ésta parábola en la que se expresa un tipo de piedad insistente, confiada… La parábola destaca la insistencia (orar muchas veces seguidas…) y la concreción (pedimos unos panes, algo bien concreto). Pero esta parábola que, a simple vista, parece mostrar desconfianza en ser atendido, se entiende en el conjunto de los dos fragmentos siguientes.
Pedid y se os dará
Aquí, por el contrario, la oración aparece como experiencia de inmediatez ante Dios, como certeza que estamos en contacto con él… de un modo directo, codo a codo… Es como si Dios estuviera vinculado a nosotros, y lo está, de un modo total.
La oración es pedir: estamos en manos de aquel que nos ama, escucha y responde. Es buscar: estamos en camino, buscando a Dios, buscando nuestra vida. Es llamar: estamos ante la puerta de la Vida… y podemos y debemos decirle al que está dentro: “ven, te estoy llamando”…
Dios nos da más de aquello que le pedimos…
Se superan y completan su sentido los dos fragmentos anteriores de la oración de petición, de un modo paradójico. Por un lado, Jesús supone que podemos y debemos pedir a Dios todo, como un hijo pide a su padre las cosas que necesita… Pero, al mismo tiempo, Jesús nos hace ver que Dios no concede lo que le pedimos en su materialidad, sino algo “mejor”. Podemos pedir todo, Dios nos irá dando lo que nos conviene, en un camino de aprendizaje filial. Podemos buscar una cosa… Dios nos hará encontrar otra mejor… Podemos llamar de una manera, Dios nos responderá de otra (dándonos, de un modo mejor, aquello que le pedíamos y buscábamos)









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