Como cada año, la comunidad del Recuerdo se hace recuerdo en homenaje a todos los que nos han precedido en la fe y ya no están con nosotros. Oramos por todos los que queremos y están ahora con otra presencia entre nosotros sin dejar de cuidarnos, inspirarnos, alentarnos,... y hacerse eco, signo y señal de la entrañabla Misericordia de nuestro Dios. |
Este año el lema que se nos propone en el cartel que colgamos a la entrada del corazón de la parroquia, de la capilla, responde a nuestro más profundo anhelo, el eterno abrazo del Padre entrañable que acoge a sus hijos.
En el fondo de la imagen, el mar tranquilo nos quiere trasladar la hondura y profundidad, la amplitud inabarcable y el misterio insondable de ese abrazo eterno del que gozan ya aquellos que ahora recordamos.
La imagen del logo del Jubileo de la Misericordia que comenzaremos al finalizar noviembre, con el comienzo del adviento, nos revelan en carne esa misericordia en la imagen del Buen Samaritano que no es otro que el mismo Padre que nos revela Jesús. Carga sobre sí con el hijo herido, dañado, tocado por el dolor, el mal, la muerte,... pero iluminado en y por el abrazo eterno del Padre. En ese abrazo, en ese cargar sobre sí, se identifican Padre e hijo y se transfigura la oscuridad del mal y del dolor en el resplandor de la Gloria del Padre.
Esta imagen tan evangélica y tan cercana nos desvela y hace cercana la insondable e inabarcable misericordia de un Padre que refleja el Océano. Nos transmite paz y confianza, la serenidad de quien sable que está en buenas manos... Porque ¿dónde mejor que sobre los hombros del Padre...? ¿dónde mejor que en el eterno y entrañable misericordioso abrazo del Padre...?
Oramos por todos los difuntos y les ponemos en el corazón de Dios.
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