Via Crucis

Los adultos podemos encontrar estos días un espacio más amplio de oración para orar con una propuesta clásica de nuestra tradición, el Viacrucis, al que también podemos incorporar a los niños más mayores y hacerles participar. En el Viacrucis acompañamos a Jesús en su camino a la Cruz contemplando el dolor de nuestro mundo en el itinerario que hace Jesús. Pero, sobre todo, despierta en nosotros el reconocimiento y la adoración reverente de quien da su vida por salvarnos.
En este Viacrucis se recogen algunos textos que nos inspiran en este camino del patrimonio espiritual escrito que conservamos del fundador de los Josefinos, San Leonardo, en nuestra celebración del Año Murialdino. 




EL CAMINO DE LA CRUZ, 
CAMINO DE AMOR








Guía.  En el nombre del Padre.
Todos.  Amén.
Guía.  A Cristo, que en los días de su pasión se ofreció para expiar nuestros pecados, honor y gloria.
Todos.  Bendito el Señor por los siglos.
Guía.  Oremos.  Padre, concédenos meditar la pasión y la muerte de Cristo, tu Hijo, de modo que podamos imitar con nuestra vida el amor y la entrega a ti y a los hermanos.
Todos.  Amén.








Primera Estación:      
JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS

L1. «¿Cómo podemos olvidar los excesos de dolor con los que Jesús quiso dejar escrito con rasgos de sangre, su inmenso amor por nosotros, antes de dejarnos?» (Scritti, VIII, pág. 328).
G.  Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
T.  Que por tu santa cruz, redimiste el mundo.
L2. «Llegados al lugar llamado Getsemaní, dijo a sus discípulos: “Sentaros aquí mientras yo voy a orar”. Llevó con él a Pedro, Santiago y Juan y empezó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo: “Siento una tristeza de muerte; quedaos aquí y permaneced despiertos”. Se adelantó un poco, se postró en tierra y oraba que, si era posible, se alejara de él aquella hora. Decía: “Abbá, Padre, tú lo puedes todo, aparta de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”» (Mc 14, 32-36).
G. Pedimos en esta estación por todas las personas. Somos frágiles. Estamos expuestos a virus, enfermedades, pecados, peligros... Es la “condena” de nuestra limitación y debilidad humana. Que asumamos esa condición de fragilidad que nos identifica: no somos dioses, somos de carne y hueso, con lo que esta realidad conlleva.
PADRE NUESTRO...


Segunda Estación:     
JESÚS, TRAICIONADO POR JUDAS, ES ARRESTADO

L1. «Oh Judas, ¿con un beso traicionaste al Hijo del Hombre? Este es el suave y amoroso reproche que Jesús dirige a su traidor desleal e hipócrita» (Scritti, VI, pág. 158).
G.  Te adoramos oh Cristo, y te bendecimos.
T.  Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
L2. «Todavía Jesús estaba hablando cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él gente armada de espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes, los letrados y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña: Al que yo bese, ése es; arrestadlo y llevadlo con cuidado. Enseguida acercándose a Jesús, le dijo: “¡Maestro!”, y le dio un beso. Los otros se le tiraron encima y lo arrestaron» (Mc 14,43-46).
G. Pedimos en esta estación por todas las autoridades políticas y sanitarias que tienen la responsabilidad de  gestionar esta crisis del coronavirus, buscando el bien común de la sociedad. Les toca cargar a sus espaldas la cruz de velar por la salud de las personas. Que Dios les ilumine y les guíe en la toma de decisiones. 
PADRE NUESTRO...



Tercera Estación:       
JESÚS ES CONDENADO POR EL SANEDRÍN

L1. «Jesús padeció por nosotros: amémoslo, imitémoslo y orémosle pidiendo que encienda en nosotros su amor» (Scritti, VI, pág. 82).
G.  Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
T.  Porque con tu cruz redimiste el mundo.
L2. «El sumo sacerdote y el Consejo en pleno buscaban un testimonio contra Jesús que permitiera condenarlo a muerte, y no lo encontraban. Le preguntó el sumo sacerdote: “¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito?”. Jesús respondió: “¡Yo soy!”. Todos sentenciaron que era reo de muerte.» (Mc 14, 55.61b-62.64).
G. Pidamos en esta estación para que no caigamos en la tentación de lafrivolidad, de no tomarnos en serio las recomendaciones que se nos hacen para evitar posibles contagios, poniendo en riesgo nuestra salud y la salud de los demás.
PADRE NUESTRO...


Cuarta Estación:        
JESÚS ES NEGADO POR PEDRO

L1. «El apóstol Pedro, su amado Pedro, reniega, y además tres veces, a Jesús, jurando que no lo conoce, como si un hombre honesto debiera sonrojarse solo por el hecho de conocer a Jesús. Jesús le dirige su mirada y lo convierte» (Scritti, VI, pág. 125).
G.  Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
T. Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
L2. «Al instante cantó por segunda vez el gallo. Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: Antes que el gallo cante dos veces me habrás negado tres. Y se puso a llorar» (Mc 14, 72).
G. Pidamos en esta estación la intercesión de la Virgen María, y para que confiemos en la tarea de tantos profesionales que velan “como madres” por nuestra salud y nuestro bienestar.
PADRE NUESTRO...


Quinta Estación:        
JESÚS ES JUZGADO POR PILATO
L1. «El Señor y Salvador sentía verdadera y vivamente una pena atroz por tantos latigazos despiadados. ¡Pobre Jesús! ¡Cuánto le costaron nuestros pecados!» (Scritti, VI, pág. 114).
G.  Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
T. Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
L2. «Pilato dijo: “Pero, ¿qué mal ha hecho?”. Ellos gritaban más fuerte: “¡Crucifícalo!”. Pilato decidido a dejar contenta a la gente, soltó a Barrabás y a Jesús lo entregó para que lo azotaran y lo crucificaran» (Mc 15, 14-15).
G.  Pidamos en esta estación por tantos creyentes como en estos días rezamos para que Dios aparte del mundo este mal del coronavirus. Que Dios escuche y atienda nuestras oraciones.
PADRE NUESTRO...



Sexta Estación:          
JESÚS ES AZOTADO Y CORONADO CON ESPINAS

L1. «Tejida una tupida corona de espinas largas se la ciñeron como una diadema en la cabeza a Jesús. Así, por lo tanto, el Rey de majestad y gloria fue coronado como Rey de sufrimientos» (Scritti, VI, ppág. 104-105).
G.  Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
T.  Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
L2. «Los soldados se lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la colocaron. Y se pusieron a hacerle una reverencia: “¡Salud, rey de los judíos!” Le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y doblando la rodilla le rendían homenaje» (Mc 15, 17-19).
G. Pidamos en esta estación por las personas que, de manera altruista, ayudan, colaboran, se solidarizan, aportan su tiempo y sus dones para aliviar tantas necesidades como acarrea una situación como ésta. Que aprendamos a estar siempre al lado de los que sufren, sin estigmatizar a nadie.
PADRE NUESTRO...



Séptima Estación:      
JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ
L1. «No hay leña mejor para encender en nosotros el fuego del amor divino que la madera de la cruz» (Scritti, VI, pág. 79).
G.  Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
T.  Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
L2. «Terminada la burla, le quitaron la púrpura, lo vistieron con su ropa y lo sacaron para crucificarlo» (Mc 15, 20).
G. Pidamos en esta estación para que no caigamos en el miedo, en la histeria, en la desesperanza... que no conducen a nada. Que el Señor nos dé serenidad para afrontar esta situación de emergencia que nos toca vivir.
PADRE NUESTRO...




Octava Estación:        
JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO A LLEVAR LA CRUZ
L1. «Si no podemos ayudar a Jesús a llevar la cruz como el Cireneo, al menos derramemos lágrimas de arrepentimiento» (Scritti, VII, pág. 453).
G.  Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
T.  Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
L2. «Pasaba por allí de vuelta del campo un tal Simón de Cirene, padre de Alejandro y Rufo, y lo forzaron a cargar con la cruz» (Mc 15, 21).
G. Pidamos en esta estación por los profesionales sanitarios: médicos, enfermeras, auxiliares... por todo el personal de los hospitales que son los cirineos que ayudan a los enfermos a vencer la enfermedad. Que Dios les proteja, les cuide, les fortalezca y les ayude en esta hora difícil.
PADRE NUESTRO...



Novena Estación:      
JESÚS SE ENCUENTRA CON LAS MUJERES DE JERUSALÉN
L1. «Démonos cuenta de cuánto sufrió el Redentor para encender en nosotros ese amor a Dios que es la raíz, la perfección y el compendio de todas las virtudes» (Scritti, VI, pág. 80).
G.  Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
T.  Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
L2. «Lo seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres llorando y lamentándose por él. Jesús se volvió y les dijo: “Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos”» (Lc 23, 27-28).
G.  Pidamos en esta estación por quienes sufren los daños colaterales de esta crisis. De un modo especial por los empresarios que ven peligrar su medio de subsistencia y por los obreros que, como consecuencia, se quedan sin trabajo. Que pronto todo pueda volver a la normalidad.
PADRE NUESTRO...


Décima Estación:       
JESÚS ES CRUCIFICADO
L1. «¿Qué es lo que podrá encender en nosotros el sagrado fuego del amor a Dios, sino la contemplación del sufrimiento, las ignominias y los dolores de nuestro Dios Crucificado?» (Scritti, VI, pág. 75).
G.  Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
T.  Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
L2. «Lo condujeron al Gólgota, que significa lugar de la Calavera. Le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo tomó. Lo crucificaron y se repartieron su ropa, echando a suertes lo que le tocara a cada uno. Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. La inscripción que indicaba la causa de la condena decía: El rey de los judíos. Con él crucificaron a dos asaltantes, uno a la derecha y otro a la izquierda» (Mc 15, 22-27).
G.  Pidamos en esta estación por los investigadores que buscan un remedio de curación eficaz, para que sus trabajos pronto puedan dar fruto.
PADRE NUESTRO...


Undécima Estación:  
JESÚS PROMETE SU REINO AL BUEN LADRÓN

L1. «Jesús en la cruz abre de nuevo sus labios para pronunciar una nueva palabra de perdón: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Nadie tiene que perder la esperanza en la misericordia de Dios» (Scritti, VI, pág. 164).
G.  Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
T.  Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
L2. «Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros”. Pero el otro lo reprendió diciendo: “¿No tienes temor a Dios, tú, que sufres la misma pena? Y añadió: “Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí”. Jesús le contestó: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”» (Lc 23, 39-40.42).
G.  Pidamos en esta estación por todos los que guardan cuarentena, bien por tener el virus, bien por haber convivido con personas infectadas. Que el Señor les dé paciencia, y que este tiempo les sirva de provecho para reflexionar sobre la propia vida y sobre la necesidad que tenemos de Dios.      
PADRE NUESTRO...


Duodécima Estación:             
JESÚS EN LA CRUZ, LA MADRE Y EL DISCÍPULO
L1. «Jesús ve a su madre a los pies de la cruz. Oh, amor de Jesús que incluso sometido a tanto dolor no nos olvida y nos da como madre a su madre, a su misma madre» (Scritti, VI, pág. 144).
G.  Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
T.  Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
L2. «Jesús, viendo a su madre y al lado el discípulo amado, dice a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa» (Jn 19, 26-27).
G.  Pidamos en esta estación por todos los familiares de quienes han padecido o están padeciendo la enfermedad del coronavirus, para que el Señor les acompañe y fortalezca en medio de la situación familiar que están viviendo.
PADRE NUESTRO...


Decimotercera Estación:          
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
L1. «Subamos a la cima del Calvario. Allí se respira un aire totalmente empapado de amor. Y es amor lo que esperan de nosotros aquellas llagas, es amor lo que espera de nosotros aquella sangre, es amor lo que espera de nosotros aquella muerte» (Scritti, VI, pág. 78).
G.  Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
T.  Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
L2. «A media tarde Jesús gritó con voz potente: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Algunos de los presentes, al oírlo, comentaban:
“Está llamando a Elías”. Uno empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña y le ofreció de beber diciendo: “¡Quietos! A ver si viene Elías a librarlo. Pero Jesús, lanzando un grito, expiró» (Mc 15, 34-37).
G.  Pidamos en esta estación por todos los que han fallecido con coronavirus, para que Dios les acoja en el cielo donde ya no hay ni enfermedad, ni luto ni dolor.
PADRE NUESTRO...


Decimocuarta Estación:        
JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO
L1. «No nos alejemos del pie de la cruz sin haber derramado alguna lágrima por los sufrimientos de Jesús y sobre todo por nuestros pecados que fueron la triste causa de su dolor» (Scritti, VI, pág. 84).
G.  Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
T.  Porque con tu santa cruz redimiste el mundo.
L2. «José de Arimatea compró una sábana, lo bajó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro» (Mc 15, 46).
G.  Pidamos en esta estación para que aprendamos a asumir tantas realidades dolorosas como nos toca afrontar a lo largo de la vida, incluida esta del coronavirus, desde la luz de la fe, en la esperanza de que todo es pasajero, de que Dios tiene siempre la última palabra.   PADRE NUESTRO...


CONCLUSIÓN

G.  “Jesús dio la vida por nosotros.
T.  Por eso, también nosotros debemos dar la vida por los hermanos”. (1Jn 3, 16)
G.  ORACIÓN FINAL:
Oh, Dios, que sabes que no podemos subsistir por nuestra fragilidad, asediados por tantos peligros, como ahora padecemos con la pandemia del coronavirus.
Concédenos la salud del alma y del cuerpo, para superar con tu ayuda este peligro. Cura a los enfermos y danos la paz. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Señor, que por nuestra salvación no dudó en entregarse en las manos de los enemigos y padecer el suplicio de la cruz, vayamos en paz.

T.  Demos gracias a Dios.



1 comentario:

  1. Me ha gustado, y ayudado a reflexionar Gracias. Jesús sé para nosotros nuestra roca

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