Año Litúrgico


Celebraremos el próximo domingo 24 de noviembre la Solemnidad de Cristo Rey con la que se cierra el Año Litúrgico o Ciclo Litúrgico. El Domingo 1 de diciembre comenzaremos el Año Litúrgico celebrando el Primer Domingo de Adviento, tiempo litúrgico de preparación para la Venida del Señor. Pero ¿qué es el Año Litúrgico?, ¿Cuál es su sentido?




EL AÑO LITÚRGICO



Los tiempos litúrgicos, que se suceden cíclicamente, no repiten cansinamente una misma lección teórica que nunca acabamos de aprender; sino que nos presentan el misterio eterno de nuestra salvación, realizado de una vez y para siempre por Jesucristo (Hb 9, 26), en el aquí y en el ahora.

La iglesia quiere que todos sus hijos vivan profunda y conscientemente el misterio de Cristo y, a través del Año Litúrgico y el ciclo de los Tiempos Litúrgicos, nos propone revivir durante el año la obra salvadora de Jesucristo desde las diversas perspectivas del misterio de Cristo.



Así, en el llamado AÑO LITÚRGICO se conmemoran los misterios de nuestra redención, es decir, desde la encarnación, con el adviento y la navidad, pasando por la cuaresma, el misterio pascual, Ascensión, Pentecostés y hasta la festividad de Cristo Rey.

Todo este ciclo de Tiempos y Momento Litúrgicos gira en torno a la gran Fiesta de la Pascua, el eje de nuestra fe.


ADVIENTO
”Adviento “significa llegada. El tiempo de Adviento nos propone en los días de espera que preceden a la Navidad, ponernos en pie, en alerta, con esperanza y con la vista puesta en el futuro pues, aunque Jesús ya haya venido, volverá, al final de los tiempos. El Adviento nos pone en actitud de espera y debe ser, sobre todo, una preparación de nuestros corazones para que Jesús venga y pueda estar en ellos cada vez más plenamente.

NAVIDAD
Desde la noche del 24 de diciembre, el Día de Navidad -25 de diciembre- y los días que le siguen hasta la celebración de la Epifanía –Los Reyes Magos el 6 de enero- son las fiestas navideñas. Celebramos la Encarnación, el Misterio de Dios hecho hombre. El Misterio que hace posible la Pascua y en el que se revela el Dios Pascual que se hace uno de nosotros, “pasa” por nuestra vida, nuestra historia,… para liberarnos. Son días de alegría y gozo, días de piedad profunda y de interioridad para descubrir la presencia de Dios en el interior de cada uno. Son días para la intimidad con el Señor.

CUARESMA
Es el tiempo de prepararse para la gran fiesta de pascua. Se nos invita a la oración, el ayuno y la limosna; a desprendernos del hombre viejo para que renazca en nosotros el hombre nuevo que en la Pascua de Cristo estamos llamados a ser. Es un camino de cuarenta días que comienza el miércoles de ceniza y nos lleva hasta la celebración del TRIDUO PASCUAL (del Jueves Santo al Domingo de Resurrección que inaugura la Pascua) en el que se concentra el misterio pascual de Cristo Muerto y Resucitado de cuya muerte y resurrección participa el cristiano.

PASCUA
El Domingo de Resurrección desde la Vigilia Pascual nos abre al tiempo central del Año Litúrgico en el que se celebra el misterio central de Cristo y de nuestra fe. La alegría de la Pascua inunda este tiempo que se extiende hasta PENTECOSTÉS, la plenitud de la Pascua por la recepción del Espíritu que nos hace vivir con intensidad nuestra filiación –ser hijos de Dios- y la fraternidad –de los hijos de Dios- a la que todos los hombres estamos llamados.




LOS TIEMPOS INTERMEDIOS que quedan en los espacios que llevan de la Navidad a la Cuaresma y de Pentecostés al Adviento, son llamados TIEMPO ORDINARIO. No porque no sea valioso –son más de 30 domingos, casi 35 semanas-, sino porque se nos invita a seguir descubriendo y viviendo el misterio de la fe en toda su extensión e intensidad y llevarlo de la celebración a la vida hecho oración y compromiso por hacer presente el misterio de Dios y el proyecto del Reino entre quienes nos rodean y en el trozo de mundo y de historia en los que estamos llamados a vivir desde la fe.

Durante el Tiempo Ordinario, se va leyendo -casi por entero- uno de los evangelios. Este año que terminamos hemos estado leyendo el evangelio de Lucas (ha sido el Ciclo C) y este nuevo año litúrgico (es el ciclo A) leeremos el Evangelio de San Mateo. A partir del primer domingo de Adviento de 2014 -dentro de un año- leeremos el de Marcos (será el Ciclo B). Y es el mismo esquema Cíclico, estos tres evangelistas coinciden en un porcentaje muy elevado en los hechos que nos narran y las palabras y gestos de Jesús que nos transmiten son muy similares o idénticos (se cree que todos están bebiendo de una misma Fuente que los estudiosos de la Biblia llaman la Fuente Q, pero para hablar de esto ya tendremos tiempo en otra ocasión).

De momento, quedémonos con que este año leeremos el evangelio de San Mateo.




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