Al bautizar a nuestros hijos, los padres asumimos la responsabilidad de educar en la fe a nuestros hijos. En los primeros años de su vida debemos ir despertando en ellos el sentido, la vida de la fe en sus distintas dimensiones. Y una de esas dimensiones es la oración. ¿Cómo despertar a nuestros hijos a este espacio de encuentro, de relación personal con Dios, de consciencia de hacer nuestro camino desde, en y hacia Dios?,… |
Cuando un niño despierta a la experiencia de la Paternidad desea, ante todo, entrar en relación con su Padre. ¿Qué puede esperar de su Padre?, ¿será capaz de experimentar su cariño, su amor, su providencia…?, ¿aportará algo a la vida del niño, a su desarrollo el saberse amado, llamado, invitado, querido,…?
Quizás estas preguntas nos las tenemos que hacer primero los padres, los catequistas,… Porque es posible que tengamos que ahondar en el sentido de la oración para nosotros que, en el fondo, es tocar las fibras más profundas de nuestra relación con Dios.
No perdamos de vista que los niños tienen un gran potencial para vivir la experiencia de oración pues tienen una gran capacidad de contemplación, de admiración y comunicación que, posiblemente, a los adultos les cueste más.
No perdamos de vista que los niños tienen un gran potencial para vivir la experiencia de oración pues tienen una gran capacidad de contemplación, de admiración y comunicación que, posiblemente, a los adultos les cueste más.
Al mismo tiempo, despertar en la oración es ir descubriendo y adentrándose en el mismo misterio de Dios y es dinamizar en el niño los valores o virtudes más característicos de la fe (escucha, confianza, alabanza, interioridad, serenidad, silencio,…), es finalmente un elemento transformador y afianzador de actitudes y dinámicas que abrirán al niño a la solidez de saber estar en el mundo, con los demás, ante sí mismo, comprenderse, perdonarse, valorar a los demás,…
El beneficio y la oportunidad del despertar a la oración en los niños es incuestionable.
Pero, ¿cómo hacemos eso?
La respuesta es sencilla. Como lo hacéis. Enseñar al niño a rezar el padrenuestro y hacerlo con él, que en momentos clave de la vida familiar hagamos una oración en común (por un enfermo, o alguien que nos ha dejado, en un tiempo fuerte o haciendo lectura de la vida,…), acudir a la Eucaristía familiar y participar activamente en la dinámica eucarística (en la que Dios nos habla, le escuchamos, respondemos, hacemos silencio, pedimos por las necesidades de todos, alabamos, pedimos perdón, damos gracias, se despliegan los signos de la acción de Dios en medio de su Pueblo,…),…
Todo esto que hacéis está muy bien y genera todos los beneficios de los que hemos hablado.
A rezar se aprende rezando y el gusto por la oración se contagia. Para iniciar a los niños en la oración hay que orar con ellos, provocar situaciones, generar momentos,... y orar con ellos transmitiéndoles nuestro gusto por la oración, nuestro deseo de estar en contacto con Dios, en su presencia, a la escucha, en diálogo con Dios,...
Hay muchas formas, espacios, situaciones o momentos en los que podemos desplegar esas posibilidades.
A rezar se aprende rezando y el gusto por la oración se contagia. Para iniciar a los niños en la oración hay que orar con ellos, provocar situaciones, generar momentos,... y orar con ellos transmitiéndoles nuestro gusto por la oración, nuestro deseo de estar en contacto con Dios, en su presencia, a la escucha, en diálogo con Dios,...
Hay muchas formas, espacios, situaciones o momentos en los que podemos desplegar esas posibilidades.
Escucha de la Palabra de Dios. La oración es un diálogo y Dios ya nos lo ha dicho todo y se ha quedado reflejado en la Biblia. En Jesús, se nos ha revelado de una manera definitiva. Una buena práctica es que, en ocasiones, sea de una manera fija en un momento de la semana o con ocasión de algo, la familia nos pongamos en actitud de escucha, escuchemos a continuación la Palabra (un pasaje escogido de palabras o hechos de Jesús en el Evangelio) y dejemos un espacio pequeñín para nuestro diálogo personal con Dios…, a continuación respondemos a Dios (Te doy gracias, te pido, te alabo, me alegro, me estás diciendo que… y yo voy a…) Y finalizar esta Pequeña Doméstica Liturgia de la Palabra con el rezo del Padrenuestro o del Ave María.
Prestad atención al alto grado educativo y formativo que puede tener este pequeño espacio. Se puede tratar de un momento privilegiado –quizás de los pocos que tenga el niño- para hacer la experiencia de silencio, interiorizar, ponerse en actitud de escucha,… En el contexto de la acción de gracias o de la petición de perdón también se puede dar un espacio a la comunicación entre los que están haciendo oración para expresar el agradecimiento o la petición de perdón de unos a otros,… Igualmente, la oración puede ser un espacio en el que recoger una situación complicada o tensa que se ha vivido en familia o un acontecimiento extraordinario,…
Las oraciones de la tradición evangélica y cristiana. Son un instrumento privilegiado para orar, para comunicarnos con Dios. No porque lo diga yo, Jesús nos entregó el Padrenuestro; el Avemaría es el legado que los creyentes que nos han precedido han recogido del evangelio y han condensado en esta oración, el Gloria como alabanza,… Hay preciosas oraciones en los evangelios como el Magníficat de María o el Benedictus de Zacarías y en los Salmos se recoge la experiencia orante del Pueblo de Israel con la que Jesús mismo oraba y la Iglesia hace suya estas 150 oraciones en la Liturgia de las Horas en las que el mismo Jesús ora en nosotros,… Seguro que vosotros conocéis algunas o una canción que os inspire o le guste al niño,… todas éstas son provocaciones al encuentro con Dios y al diálogo con Él y, como tal, un instrumento privilegiado,…
Fijaos en cómo el Padrenuestro que nos entregó Jesús no sólo es una oración, sino una motivación o invitación a vivir la vida “en cristiano” –santificar y alabar a Dios, perdonar, compartir, hacer presente el Reino,…- o el Ave María nos abre a esa actitud de disponibilidad, escucha, reconocimiento y complicidad con la acción de Dios,… El Magníficat genera una mirada profunda en la lectura de los acontecimientos… Cada salmo con su estilo es capaz de despertar en nosotros diversas miradas, expectativas, lecturas de la vida, dimensiones escondidas de mí, de mis sentimientos,…
Menos formales y más creativas son otras formas de orar que os proponemos y pueden ser más adecuadas a los niños.
- Es fácil que recordéis alguna de las canciones que se cantan en la Eucaristía familiar y pueden ser una buena pauta de oración en algunos momentos. Igualmente, poner una música que nos invite al recogimiento y al diálogo con Dios,…
- En nuestras salidas al Campo, visitas al mar o a la montaña,… También puede provocar nuestra oración la contemplación de una puesta de sol, el canto de los pájaros o el rugir del mar, el silencio,…
- A los niños ya sabemos que les encanta dibujar y esta es otra buena manera de hacer oración, invitar a los niños a que hagan un dibujo con el que le expresan algo al Padre, le dan gracias o piden perdón,… Le podéis llevar a Mariano o Pepe el dibujo (de un tamaño discreto, no mayor que un folio) y pedirle que ponga ante Dios la súplica o alabanza de vuestro hijo mientras celebre la Eucaristía.
-Se puede orar con gestos, con posturas el simple hecho de ponernos de rodillas provoca una actitud de reverencia, alabanza,… de sentirnos en la presencia del Señor. Alzar las manos con las palmas extendidas hacia arriba nos pone en actitud de petición. Cruzar los brazos en el pecho nos invita al recogimiento, encender una vela, una inclinación de cabeza ante un cuadro o un icono, abrazar o dar la mano como símbolo de paz,… son posturas, gestos que ponen en marcha una oración o pueden formar parte de ella.
-Escribir cartas a Dios para los que ya están acostumbrados a escribir o ir haciendo un diario en conversación con Dios(lo hizo Sta. Teresa de Lisieux en un clásico espiritual que recopila sus diálogos con Dios en “Historia de un alma”).
En cualquier caso, sería bueno que a los niños les acostumbremos paulatinamente a lograr espacios de silencio interior, a lograr momentos de comunicación profunda con Dios nuestro Padre, para presentarle sus inquietudes, sus temores y esperanzas, sus peticiones, sus alabanzas, sus acciones de gracias,... En todo momento debe captar que Dios es su Padre y que nunca lo abandona, aun en los momentos difíciles. El niño debe aprender a invocar a Dios que nos ama y nos provee; a Jesús Hijo de Dios y hermano nuestro que nos conduce al Padre; al Espíritu Santo que habita en nosotros y a María, Madre de Jesús y Madre nuestra que intercede por nosotros.
La oración es un DON y no está de más que, como don, lo pidamos. Como conclusión de esta provocación a la iniciación a la oración con nuestros hijos os sugiero pedir en oración que nos dé el don de la oración, que nos enseñe a orar, que nos conceda el gusto por la oración y que abra nuestros corazones a la oración.
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