El Martes Santo me deja interrogantes abiertos.



Jesús nos deja dos perlitas en el evangelio de hoy; dos mensajes me deja Jesús para este Martes Santo que abren muchos interrogantes: “…uno de vosotros me entregará…”

“…¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces…” (Jn 13,21-33.36-38)


El primer aviso se lo dio a Iscariote, pero…¿y si me lo dio a mí?
Uno de vosotros me entregará.
¿Sólo uno de nosotros te entregaremos?
¿Cuántos de nosotros lo hemos entregamos continuamente?
¿En cuántas ocasiones lo devolvemos cual juguete roto al más mínimo contratiempo?
¿En cuántas ocasiones decimos que “Él nos ha fallado” y ni siquiera nos planteamos cuánto le fallamos nosotros?
¿Por cuántas monedas quitamos a Jesús de nuestras vidas?
¿Cuántas veces consideramos que Jesús no nos hace falta para ser felices?
En Semana Santa, ¿por qué entregamos a Jesús y nos quedamos solo con las imágenes?
Cuando finaliza la Semana Santa, ¿por qué entregamos a Jesús y no lo buscamos hasta el año próximo?

…Aunque lo entreguemos continuamente, Él siempre va a volver a nosotros.


El otro aviso fue para Pedro, pero…¿y si era para mí?
En el día de hoy esa frase de Jesús podría ser algo así:
Hoy, antes que recibas tres llamadas al móvil, tú me habrás negado una vez.
¿Por qué negamos a Cristo en nuestras conversaciones habituales?
¿Nos avergonzamos como Pedro o manifestamos orgullosos que Él es nuestro modelo de vida?
¿Ponemos siempre por delante un “gracias a Dios” o lo cambiamos por un “afortunadamente”?
¿Cuándo decimos “gracias a Dios” le estamos dando gracias de verdad, o estamos diciendo una frase hecha?
¿Nos cuesta cambiar nuestros planes dominicales para ir a Misa?

Aunque lo neguemos tres veces…Él nos vuelve a abrir paciente su corazón ante nuestra llamada.
….

Es la más dolorosa de las traiciones: la de un amigo.

Para la persona que amamos, bajamos las defensas.

Jesús optó por no defenderse; la fuerza del amor está en la misericordia.

El pan que Jesús ofrece a Judas es señal de amistad, de confianza, de intimidad.

Jesús se comporta con Judas (y con nosotros) como el mejor de los amigos.

El se mantiene fiel, a pesar  de las traiciones.



No hay comentarios:

No nos hacemos responsables de los comentarios que se realicen.