Jueves Santo: AMAR Y SERVIR


Comenzamos el Triduo Pascual.  

Recordamos y actualizamos la entrega radical de Jesucristo.
Celebramos la institución de la eucaristía y el regalo del Sacerdocio para la Iglesia.
Nos unimos en un anhelo de servicio, de consuelo y de justicia en medio del sufrimiento de tantos y de tantas.





Jueves Santo en la Cena del Señor
Exodo 12,1-8.11-14.
I Corintios 11,23-26.
Juan 13,1-15.




Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, Él, que había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura.

Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.

Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?".
Jesús le respondió: "No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás".

"No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!". Jesús le respondió: "Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte".

"Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!".

Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Vosotros también estáis limpios, aunque no todos".

El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: "No todos vosotros estáis limpios".


Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros?

Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y tenéis razón, porque lo soy.

Si yo, que soy el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.
Os he dado el ejemplo, para que hagáis lo mismo que yo hice con vosotros.












Jesús me AMA HASTA EL EXTREMO. Sabes de lo que estoy hablando.

Amar hasta el extremo no es algo común: tenemos miedo a dar mucho y salir heridos. Nuestro amor siempre es medido, es calculado. Pero Jesús tiene un amor arriesgado: se lanza a amar pase lo que pase.
Está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias por mí. Su amor no sabe de condiciones, es simplemente total, se me regala sin consideraciones.

Dame, Señor la gracia de experimentar que me amas hasta el extremo.

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Jesús es capaz de realizar su GESTO EXTREMO DE ENTREGA porque se abandona al Padre.
Sabe que Él lo sostiene. Que bajo sus manos, están las manos del Padre apoyándolo firmemente. Jesús sabe que su origen es Dios y que su meta es Dios. Nada puede, entonces, hacerle perder su centro y su paz.

¿Confío yo en el Padre? ¿Soy capaz de abandonarme completamente en Él, especialmente cuando las cosas son difíciles o la presión me agobia?

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Jesús va a la cruz porque ama a su gente.

No es un gesto masoquista, resignado,... Es un acto de entrega por amor. Jesús siente que está sirviendo a su Pueblo y que el mejor camino hacia el amor es el servicio. Por eso lava los pies a sus discípulos…

… porque SOLO SI NOS LAVAMOS LOS PIES UNOS A OTROS PODREMOS HACER UN MUNDO DISTINTO.

Lavar los pies es acto de amor y de servicio que rompe nuestras defensas, nuestros orgullos y nuestros criterios de dominación: Dame Señor, tu humildad para SERVIR Y AMAR.

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Señor Jesús, quiero ir a morir contigo.
No me dejes aquí encerrado en mi mundo estrecho,
en mis intereses pequeños.
Quiero amar hasta el extremo,
gastar mi vida haciendo comunidad
y sirviendo a los demás.

Señor Jesús, en este Jueves Santo
danos agua para lavar los pies,
danos pan para alimentar a los hambrientos,
danos eucaristía para nuestro cansancio,
danos sacerdotes para que celebremos juntos,
danos religiosas para que caminemos acompañados
danos laicos comprometidos y jóvenes generosos
para un mundo necesitado.

Señor Jesús, queremos morir contigo.
Tu muerte y resurrección nos sostienen.





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