LA PASCUA DEL AÑO DE LA FE


El tiempo pascual es el más importante de todo el año. Se inaugura en la Vigilia Pascual y se celebra durante siete semanas hasta Pentecostés.  Es la Pascua (paso) de Cristo, del Señor, que ha pasado de la muerte a la vida, a su existencia definitiva y gloriosa. Es la pascua también de la Iglesia, su Cuerpo, que es introducida en la Vida Nueva de su Señor por medio del Espíritu que Cristo le dio el día del primer Pentecostés. 


El Domingo de Pascua es el día en el cual Jesús salió de su sepulcro. Este hecho es fundamental para el cristianismo. La historia cuenta que en cuanto se hace de día, tres mujeres van al sepulcro donde Jesús estaba enterrado y ven que no está su cuerpo. Un Ángel les dice que ha resucitado. Van corriendo donde está la Virgen con los Apóstoles y les dan la gran noticia: ¡Ha resucitado! Pedro y Juan corren al sepulcro y ven las vendas en el suelo. El desconsuelo que tenían, ayer, se transforma en una inmensa alegría. Y rápidamente lo transmiten a los demás Apóstoles y discípulos. Y todos permanecen con la Virgen esperando el momento de volver a encontrarse con el Señor.

Los corazones de todos estaban heridos: negación, traición, abandono…Volver a dar cohesión y unidad interna en el perdón mutuo a la comunidad de seguidores, en la solidaridad, en la fraternidad, era humanamente un imposible. Sin embargo, la presencia y la fuerza interior del “Resucitado” lo logró.

¿Tenemos sepultada la esperanza, la ilusión, la posibilidad de superar nuestras dificultades y problemas bajo alguna losa que creemos superior a nuestras fuerzas…?

La PASCUA es la experiencia de vernos liberados de esa losa, porque una experiencia transformadora también puede darse en nosotros.

¿Cómo lo seguiremos de cerca, si no lo reconocemos vivo en medio de nosotros?
La Resurrección de Jesús es el triunfo de la VIDA.

Creer en la resurrección de Jesús es creer que su Palabra, su proyecto y su Causa (¡el Reino!) expresan el valor fundamental de nuestra vida. Lo importante es no sólo creer en Jesús, sino creer como Jesús. No sólo es tener fe en Jesús, sino tener la fe de Jesús y su actitud ante el Padre, ante la historia, su opción por los desfavorecidos, su propuesta, su Causa...

Creyendo con esa fe de Jesús, las "cosas de arriba" y las de “la tierra” no son ya dos direcciones opuestas. Las "cosas de arriba" son la Tierra Nueva que está injertada ya aquí abajo. Hay que hacerla nacer en el doloroso parto de la Historia, sabiendo que es don gratuito de Aquel que resucitó.

La Pascua contada por los niños




Durante estos cincuenta días celebramos de manera especial y solemne la Pascua de Jesús. El tiempo pascual comprende cincuenta días (en griego = "pentecostés", vividos y celebrados como un solo día: "los cincuenta días que median entre el domingo de la Resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo".

El tiempo pascual es el más fuerte de todo el año; se inaugura en la Vigilia Pascual y se celebra durante siete semanas hasta Pentecostés.

El origen de esta cincuentena se remonta a los orígenes del Año litúrgico. Los judíos tenían ya la "fiesta de las semanas" (Dt 16,9-10), fiesta inicialmente agrícola y luego conmemorativa de la Alianza en el Sinaí, a los cincuenta días de la Pascua.

Los cristianos organizaron muy pronto siete semanas, pero para prolongar la alegría de la Resurrección y para celebrarla al final de los cincuenta días la fiesta de Pentecostés: el don del Espíritu Santo. Ya en el siglo II tenemos el testimonio de Tertuliano que habla de que en este espacio no se ayuna, sino que se vive una prolongada alegría.

Dentro de la Cincuentena se celebra la Ascensión del Señor, ahora no necesariamente a los cuarenta días de la Pascua, sino el domingo séptimo de Pascua, porque la preocupación no es tanto cronológica sino teológica, y la Ascensión pertenece sencillamente al misterio de la Pascua del Señor. Y concluye todo con la donación del Espíritu en Pentecostés.

La unidad de la Cincuentena queda también subrayada por la presencia del Cirio Pascual, encendido en todas las celebraciones hasta el domingo de Pentecostés.

Las celebraciones litúrgicas de esta Cincuentena expresan y nos ayudan a vivir el misterio pascual comunicado a los discípulos del Señor Jesús. Las lecturas de la Palabra de Dios de los ocho domingos de este Tiempo Pascual están organizadas con esa intención. La primera lectura es siempre de los Hechos de los Apóstoles, la historia de la primitiva Iglesia, que en medio de sus debilidades, vivió y difundió la Pascua del Señor Jesús. La segunda lectura corresponderá al libro del Apocalipsis.




un clásico: El niño que perdió la P de Pascua


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